Santorini, la icónica isla griega de casas blancas y atardeceres legendarios, siempre ha sido famosa por sus vinos blancos. Elaborados principalmente con la uva Assyrtiko, estos vinos destacan por su frescura, mineralidad y aromas complejos, ofreciendo a quienes los prueban una experiencia que refleja el carácter único de la isla.
Pero detrás de su fama, la viticultura de Santorini enfrenta un futuro incierto. Los viñedos, cultivados sobre ceniza volcánica y piedra pómez, han sobrevivido siglos gracias a técnicas tradicionales como la kouloura, que protege las vides del viento y retiene la humedad. Sin embargo, la disponibilidad de agua se ha convertido en un desafío crítico: la isla carece de fuentes naturales y depende de las precipitaciones y del agua importada. Antiguamente la Isla con más espacios a disposición ni creía que iba a tener problemas de agua; las recientes construcciones hoteleras, los enormes flujos de turismo han dejado la isla con problemas nuevos, uno de estos es una escasez de agua importante.
Históricamente, Santorini contaba con unas 4.000 hectáreas de viñedos, cifra que se redujo drásticamente hasta apenas 1.100 hectáreas hoy, debido a la presión del turismo y el desarrollo urbano. El cambio climático y la sequía agravan esta situación, afectando seriamente la producción: algunas bodegas han reportado pérdidas totales en la cosecha reciente.
“Estamos muy preocupados por el futuro. Lo único que puede ayudar es el agua”, declara Sara Iakovidou, enóloga de Domaine Sigalas. Para productores como Argyros Estate, que han podido complementar sus viñas con riego limitado, la innovación es clave. Pero para muchos pequeños viticultores, concentrados en otras actividades económicas, la continuidad del cultivo es insostenible.
El impacto no es solo económico, sino también cultural. La producción de Vinsanto, el histórico vino dulce de Santorini, se ha visto casi interrumpida. Incluso los importadores internacionales, como Johnny Livanos de Diamond Wine Importers, confirman que los rendimientos han caído hasta un 50 %, encareciendo aún más los vinos de la isla.
A pesar de este panorama, hay un hilo de esperanza. Se están realizando nuevas plantaciones en Therasia, ofreciendo oportunidades para asegurar futuras cosechas de Assyrtiko. “El futuro está por delante. Los resultados llegarán si trabajamos todos juntos”, afirma el agrónomo Petros J. Vamvakousis.
Mientras tanto, los vinos de Santorini permanecen como tesoros preciados y raros, capaces de envejecer durante años y mantener viva la tradición vitivinícola de una de las islas más emblemáticas de Grecia.