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La baguette francesa nombrada Patrimonio de la UNESCO: qué implica y qué otros alimentos lo son

El pan más popular de Francia ya tiene el reconocimiento de la UNESCO como Patrimonio Inmaterial de la Humanidad. Se une así a la Dieta Mediterránea o la Harissa tunecina, como otras tradiciones culinarias protegidas.

Los amantes del pan ya consideraban a la baguette como un alimento imprescindible en su dieta diaria y hasta en su estilo de vida. O, como definió hace unos meses el propio presidente francés, Emmanuel Macron: «250 gramos de magia y perfección en nuestra vida cotidiana». Pero ahora, la UNESCO acaba de reconocer a la artesanía y la cultura de la baguette como Patrimonio Inmaterial de la Humanidad.

Esto significa que se trata de una práctica, expresión, saber o técnica transmitida por las comunidades de generación en generación. Y que, además, proporciona a las comunidades un sentimiento de identidad y de continuidad, por lo que es necesario que la tradición se proteja y prevalezca en el tiempo.

La cultura de la baguette está muy extendida en Francia, pero también en España y otras partes del mundo. Las cifras hablan por sí mismas: sólo en Francia se producen casi 6 mil millones de baguettes al año. Este tipo de pan se diferencia de otros en que se compone de cuatro ingredientes: harina, sal, agua, masa madre y/o levadura.

Y tal y como destaca la UNESCO, se requieren unas habilidades y técnicas especiales: se hornea a lo largo del día en tandas pequeñas y el resultado final variará según la temperatura y la humedad. Eso sí, siempre quedará crujiente por fuera y esponjoso por dentro.

Por eso, a nadie le ha pillado por sorpresa este reconocimiento. De hecho, se espera que este galardón revalorice las panaderías tradicionales francesas, que desde 1970 han visto cerrar más de 400 panaderías artesanales cada año.

La Dieta Mediterránea, la Harissa tunecina o el Mansaf jordano, también protegidos

Igual que la baguette, otras tradiciones culinarias también han sido reconocidas por la UNESCO como Patrimonio Inmaterial de la humanidad este 2022. Así, la harissa, un condimento a base de puré de pimiento rojo, ha sido protegida por formar parte de las provisiones domésticas y de las tradiciones culinarias y alimentarias cotidianas de la sociedad de Túnez. Mientras que el Mansaf, un plato festivo con pan, arroz y carne colocados en una bandeja y adornados con almendras fritas y desecadas, ocupa un lugar central en los eventos socioculturales de Jordania.

La Dieta Mediterránea obtuvo también esta protección en el año 2013, reconociendo así que se trata de un conjunto de conocimientos, competencias prácticas, rituales, tradiciones y símbolos relacionados con los cultivos y cosechas agrícolas, la pesca y la cría de animales, y también con la forma de conservar, transformar, cocinar, compartir y consumir los alimentos en países como España, Italia, Grecia, Chipre, Croacia, Marruecos o Portugal. ¿Veremos en 2023 alguna otra tradición culinaria española como la tortilla de patatas, la paella o el gazpacho recibiendo este reconocimiento de la UNESCO?