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Tapas Interview | Hidrogenesse: «A raíz del disco ‘Un dígito binario dudoso’, la gente nos tomó más en serio»

Hidrogenesse, o lo que es lo mismo, Genís Segarra y Carlos Ballesteros, estuvieron hablando con Tapas en el Bar Olaf de Barcelona.

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Han publicado disco, Ciutat de sorra, inspirado en el trabajo del artista David Bestué; son los autores de las canciones de Stella Maris en La Mesías; y firman la BSO de la nueva peli de Nacho Vigalondo. ¿Polifacéticos? Y además huyen del encasillamiento. Si el lector entra, por curiosidad, en la web del sello Astrohúngaro, propiedad de Carlos Ballesteros y Genís Segarra, se encontrará con una buena lista de etiquetas que define el sonido de Hidrogenesse, el grupo que formaron hacen ya más de veinte años. Pues bien, todas ellas son mentira, o al menos no las han escrito ellos. Son palabras con las que la crítica ha definido su sonido en discos y actuaciones. Una muestra de cómo quieren quitar hierro a la vida y de su muy reconocible ironía.

Un dígito binario dudoso, el disco que dedicasteis al matemático Alan Turing, ha cumplido diez años, un trabajo que os consolidó en muchos sentidos, ¿cómo habéis cambiado desde entonces?
Genís:
Pues justo los mismo instrumentos y aparatos que compramos para llevar ese disco al directo son los que seguimos utilizando ahora mismo. Y ya hemos hecho varios discos entremedias.
Carlos: Antes llevábamos solo un portátil (risas).
G: Lo que hicimos es samplear los sonidos más divertidos del “dígito” y los usamos todavía. Quizá el grupo ha cambiado, pero en directo seguimos escuchando esas campanas, los bombos, las cajas… hemos añadido cosas, por eso somos distintos. Pero cambiar, no hemos cambiado nada.

Hidrogenesse posando en el Bar Olfa. Foto: Javier Márquez.
Hidrogenesse en el Bar Olaf (Barcelona). Fotografía: Javier Márquez.

Entonces ese disco sí fue un punto de partida.
C: Tuvimos que pensar la manera de presentarnos en directo y sí que añadimos algunos elementos, lo que luego llamamos “teatro malo”, que es presentar las canciones, porque sumamos algo más teatral. Y a raíz de ese disco se nos tomó más en serio, la gente pensó que el grupo no era una broma. Fue como un punto raro en nuestra carrera, gente que nos seguía desde el principio nos decía: “No os lo creáis, no es vuestro mejor disco, aunque os lo digan las revistas” (risas).

Ahora con Ciutat de sorra retomáis a cuestión del disco conceptual, ¿os encontráis con el tema o lo buscáis?
G: Ambos son un encargo, en el caso de Bestué fue que la música tenía que durar doce minutos, que es el tiempo que duran las proyecciones de las salas. El de Turing nació porque alguien nos propuso hacer algo en una expo por su centenario. La persona que no los propuso fue cesada y nada, que se cayó. Los dos trabajos nacieron de una propuesta que, como dicen los artistas, te lleva a hacer una investigación. No es una cosa que nos apetezca o que busquemos, en el caso de Bestué nunca había pensado hacer algo sobre la transformación de Barcelona.
C: Pero cuando se te cruza algo así… Con libertad total y una idea ajena, es como escribir una redacción libre.

Y, ¿cómo os plantearon Los Javis componer para el grupo Stella Maris?
G:
Nos dieron una libertad grande con un tema muy acotado. Las canciones iban apareciendo a medida que creaban los guiones. Pero sin saber tampoco quién las iba a cantar. No habían hecho el casting de las chicas todavía.
C: Fue entrar en un mundo abstracto y de libertad total, donde nos metimos sin saber si les iba a gustar. Nos imaginábamos que ellos tendrían algo en mente, porque son muy melómanos.
G: Que nos dieran total libertad, que delegaran en nosotros, era aún más responsabilidad. Son gente muy pendiente de la música. Pero no se metieron en nada.

¿Teníais cierta afinidad con sus trabajos previos?
C: Vienen de Madrid, que para nosotros es un mundo extraño. OT, el éxito… era algo con lo que nunca pensábamos tener ningún contacto.
G: Pero ha sido muy divertido.
C: Todo lo que les hemos propuesto ha salido, no ha habido que tocar nada, que alguna vez, trabajando para otros proyectos donde hay más gente implicada, sobre todo productores, te acaban mareando. Pero aquí teníamos un WhatsApp con ellos y ya está. Nosotros veíamos Movistar y solo pensábamos en reuniones, pero no…
G: Ellos son los productores y te piden lo que quieren, y si les gusta, ya está hecho.
C: Por ejemplo, ahora para hacer la música de la película de Vigalondo (Daniela Forever, 2024), como había productores de tres países, hemos tenido que pasar el examen no del director, sino de Bruselas, de aquí y de EE UU.

Con Nacho ya habíais puesto música a su capítulo de la serie Historias para no dormir.
C: Ha sido un proceso muy distinto con la serie y con la película, y eso que pensábamos que íbamos a repetir.
G: La primera vez nos explicó el guion, que eso es algo que nos gusta, qué iba a filmar y por qué. Entendimos lo que necesitaba, le enviamos música sin que hubiera ninguna imagen. Le gustó tanto que en el primer montaje ya la uso. Solo tuvimos que arreglarla. Ahora ha sido al revés: con la película ya filmada, pon tú imágenes a esos planos… Mucho más difícil. Tuvimos un bloqueo importante, y nos costó arrancar. Coger el punto fue difícil.
C: Al principio veíamos la película y pensábamos que no necesitaba música de lo bien rodada y montada que estaba (risas). Para qué necesitaba una floritura más, pero luego no queríamos parar de poner música, que no nos recortaran, que no la bajaran. Fuimos unos pesados, viajamos hasta Bélgica para asegurarnos de que todo sonara fuerte (risas).

¿Y cuando os enterasteis de que Stella Maris estaba en el cartel del próximo Primavera Sound? Muy fuerte, ¿no?
C:
Fue una auténtica sorpresa.
G: Nos lo dijo una amiga, que lo estaban contando con la radio, y pensamos que era la típica broma (risas). Ha sido todo en una semana, hemos preguntado a las chicas si les apetecía y se ha montado de la nada.