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¿Por qué estamos obsesionados con las proteínas?

Cómo el macronutriente se ha convertido en un símbolo de marketing.

Los productos de proteínas invaden las neveras y las estanterías de los supermercados, atrayendo a un público cada vez mayor que ansía su consumo de todas las formas posibles. Mientras tanto, en internet se percibe ese boom a través de vídeos virales de ‘recetas proteicas’ o de largas listas de alimentos clave con proteínas con las que saciarse y alcanzar el bienestar emocional.

En los últimos años, hemos podido ver cómo este macronutriente que estaba asociado al consumo de un sector reducido de ‘personalidades de gimnasio’ ha pasado a ser una especie de santo grial. Incluso Starbucks se han inclinado por los complementos y las bebidas proteicas, siendo consciente del poder de la macrotendencia y de su integración en una sociedad cada vez más consciente de los efectos de su alimentación, en búsqueda de la plenitud física y mental.

Símbolo de marketing

Las proteínas resplandecen en la era actual como uno de los grandes motores económicos; como un símbolo de salud más con el que capitalizar en la sociedad de consumo. Desde bebidas, hasta el café o la pasta se llenan de ‘proteínas’, haciéndonos replantear si hemos alcanzado ya el punto álgido de su uso, y de si verdaderamente son tan necesarias como se venden.

Según la previsión de tendencias para 2026 de Tastewise, el interés por las proteínas está creciendo tres veces más rápido en la categoría de la carne que en las alternativas vegetales, mientras que el interés por los cortes de primera calidad ha aumentado un 157 % interanual.

Las proteínas se comercializan ya no cómo un alimento alternativo, sino como un elemento central de la dieta, de los nutrientes básicos con los que las empresas están vendiendo su valor a los consumidores, prometiendo saciedad, fuerza y rendimiento en términos comerciales. Los clientes entienden entonces estos productos como vías con las que conseguir algo más valioso que la fuerza física: la claridad mental y la vitalidad como signos poderosos con los que satisfacer a una sociedad cansada.