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Experimentos culinarios en torno al acto de vestir

La moda tiene hambre, pero sobre todo ganas de descontextualizar la gastronomía: una idea recurrente que ha proliferado a través de las colecciones de otoño-invierno 2023.

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A lo largo de las presentaciones para la temporada AW23, hemos podido ver cómo distintas marcas de culto contemporáneo como Fendi o AREA han subido al estrado de la pasarela una nueva tendencia líquida: vestir la cocina y/o llevarla puesta.

Si nos acomodamos en la mesa de la moda, y analizamos todo el carrusel de diseños, podemos ver reflejada esa obsesión de las firmas por convertir la comida o los artículos relacionados con ella en prendas de vestir.

MODA Y GASTRONOMÍA: UNA TENDENCIA LÍQUIDA

Ese juego culinario se traslada a la moda de manera ingeniosa y creativa, para servirnos grandes dosis de placer, gula y fantasía. Se conforma así un gran banquete onírico, entre batas hechas de cubiertos o vestidos llenos de frutas, para el que Fendi SS23 sirvió bolsos de felpa en forma de baguette, reinterpretando su icónica silueta de archivo, mientras Collina Strada presentaba un bolso en forma de brócoli que acabó siendo viral.

La firma neoyorquina AREA, en el mismo marco temporal, volvió a proyectar su lado más artístico, influenciado por la corriente estética «Camp», a través de vestidos de sandía y motivos de plátano que recorrían todas las prendas, entre distintos acabados y destellos brillantes. Jil Sander, por su parte, destacó asimismo por presentar piezas con estampados de cerezas y caramelos a rayas.

En sincronización estética y conceptual con todo este imaginario, Louis Vuitton lanzó recientemente toda una colección de cajas de hamburguesas, con burgers incluidas, cajas de pizza con monogramas, bolsas de galletas de la suerte e incluso bolsas para tazas de café. Aunque si hubo alguien que despuntó en este ámbito, esas fueron Dilara Findikoglu y Hodakova, enfundando sus estilismos en utensilios de cocina: batas de cubiertos y bralettes de cuchara se adherían a las siluetas para conformar obras de arte.

En este sentido, cuando la libertad creativa se convierte en un mantra, y la moda se despeja de su atmósfera elitista, emergen este tipo de diseños irónicos y surrealistas, que podemos ver reflejados en las últimas interpretaciones de JW Anderson. Para el desfile de otoño-invierno 23′ de su marca homónima, el diseñador canalizó así toda una reinterpretación gastronómica a través de vestidos con bolsas de supermercado Tesco que coexistían con todo un elenco de modelos que con tomates tatuados sobre la piel desnuda.