Nombres propios

Tapas Interview | Henar Álvarez: “Aún me acuerdo de cuando me preguntaron cuál era mi caché y yo no sabía qué contestar, porque no conocía otro caché que el de los ordenadores”

2023 pareció ser el año de Henar Álvarez, aunque 2022 tampoco se le dio mal. 2024 empieza ya con el lanzamiento de su primera novela, Ansia (Planeta). Y eso que lo “único” que ella hace es hablar. ¡Pero cómo!

Haz clic aquí para leer la versión en inglés.
Henar Álvarez (15 de septiembre de 1984) no necesita presentación. Es de sobra conocida por no “cortarse ni un pelo” a la hora de hablar de cualquier tema, incluso de sexo o del placer de la mujer. En las distancias cortas no defrauda, y desborda la misma energía arrolladora que proyecta desde los numerosos podcasts y diferentes programas que solicitan sus servicios, como colaborada o guionista. Y es que participa en tantos podcasts que es muy difícil seguirle la pista a esta humorista todoterreno, que se ha convertido en una de las voces más destacadas de la comedia en femenino de nuestro país. Un puesto que, sin duda, se ha ganado por mérito propio.

Hace poco más de siete años, Álvarez decidió dar el siguiente paso en su carrera como guionista, que desarrollaba en programas como Esto NO es una serie (Vodafone), atreviéndose a cambiar el papel por el escenario. A uno de los primeros a los que se subió fue el del open mind Riot Comedy, donde “puso a prueba” sus dotes como humorista. “Desde el principio el éxito fue bestial”, lo que la empujó a buscar su hueco en el mundo de la comedia. Y lo encontró. El “gran salto” le llegó poco después de la mano del columnista y escritor Bob Pop, que le ofreció la oportunidad de participar en el programa Late motiv, conducido por Andreu Buenafuente, en Movistar+.

De la «puta de la clase» a la «chochoctora»

Su monólogo La puta de la clase tuvo una respuesta “acojonante” que le abrió la puerta a nuevos proyectos más allá del desarrollo de guiones. Prueba de ello es que consiguió llamar la atención de Netflix, que le contrató para que hiciera un monólogo en una fiesta privada: “Aún me acuerdo de cuando me preguntaron cuál era mi caché y yo no sabía qué contestar, porque no conocía otro caché que el de los ordenadores. Cuando me dijeron lo que me iban a pagar casi me cago encima de gusto. En ese momento fui consciente de que había empezado a jugar en otra liga”.

Desde entonces, su carrera ha sido imparable, y esta era solo la primera parada de un viaje profesional que parece no tener límites. La siguiente estación fue la del podcast Buenismo Bien, en la Cadena Ser, que también significó un antes y un después en su carrera, y al que aún sigue ligada como colaboradora. Echando la vista atrás recuerda cómo han cambiado sus intervenciones a lo largo de los años, porque “al principio incluso titubeaba un poco cuando daban paso a mi sección”. Pero lo que no ha cambiado nada es el hecho de que sigue haciendo “lo que le sale del coño”. Incluso se ha atrevido a crear el personaje de la “chochoctora”, con el que ofrece consejos de sexo a las mujeres y enseña a los hombres a provocarles un orgasmo, “o a hacer un cunnilingus en condiciones”. Esto es solo una prueba más que demuestra que Álvarez se ha propuesto acabar con muchos de los tabúes que aún existen alrededor del placer femenino, sirviéndose de sus mejores armas: la palabra y el humor.


Henar Álvarez posó para Tapas con vestido de Jean-Paul Gaultier, pendientes de Swarovski, zapatos de Coperni y bolso de Bimba & Lola. Foto: Celine van Heel

Pero el sentido del humor de Henar Álvarez no es algo que haya surgido de la nada, sino que se ha ido cocinando “a fuego lento”. Sus principales referencias, según ella misma nos explica, han sido las comedias universitarias americanas, pero, sobre todo, la actitud de las divas del pop, que ha sido su verdadera “fuente de inspiración”. Esos ingredientes le han llevado a crear una receta infalible a la que ha llamado “humor costumbrista”: “Yo hablo de la vida y de las cosas que me rodean, pero sobre todo de aquello que me interesa y me preocupa”.

Sin embargo, pese a sus ganas de comerse el mundo del humor a bocados, Álvarez confiesa que muchas veces se ha autocensurado antes de “meterse en un fregado por hablar más de la cuenta”: “Ya me he llevado muchos palos y he aprendido a no ser la piñata de todas las fiestas. Las abuelas tenían razón cuando nos decían eso de que en la mesa no se puede hablar ni de política, ni de fútbol, ni de religión. Aunque a veces merece la pena por ver la cara que se les queda a algunos…”. No hay ninguna duda de que en el ADN de Henar Álvarez está la provocación.

Comedia con consciencia

Pero, pese a que su principal objetivo es el de hacer comedia y el de hacer reír, “a cuántos más mejor”, esta cómica también busca hacer un tipo de humor que dé que pensar y que “remueva conciencias”. Esta es precisamente una de las claves del éxito de Henar Álvarez, que ha sabido encontrar su propia identidad, y que ha ayudado a que el humor en femenino no solo haya “despegado en los últimos años, sino que se haya consolidado”. Un mérito que no duda en compartir con las creadoras del podcast Estirando el chicle, Carolina Iglesias y Victoria Martín, que para ella son dos grandes referentes de este sector del entretenimiento: “Parece que haya pasado un siglo desde que empezaron a grabar el programa en casa de los padres de Vicky. Es increíble todo lo que han conseguido desde entonces…”. Solo un apunte: en 2021 ganaron el Premio Ondas al mejor podcast.

A Álvarez aún le parece un sueño haber podido actuar junto a ellas en el WiZink Center de Madrid, en el show Estirando el chicle. El último hilo de vida: “Me despedí diciendo que nos lo merecíamos. Me parece que fue la guinda perfecta a un año en el que habíamos trabajado muchísimo, y en el que habíamos ganado mucha repercusión y visibilidad”. Tanta, que los grandes medios ya no pudieron negar el alcance de este tipo de humor hecho por y para mujeres.


Henar se ha caracterizado por abordar sin miramientos temas con mucho tomate. Aquí con vestido de Ernesto Naranjo, pendientes y anillos de Swarovski, y zapatos de Arnek. Foto: Celine van Heel

En este punto le preguntamos si está mal visto reconocer los méritos propios, y la humorista no puede evitar esbozar una sonrisa, porque “odia con todas sus fuerzas la falsa modestia”. Se descubre como una mujer fuerte, y que confía en sus capacidades y en su talento, aunque, “como todos, tiene sus momentos…”: “Nadie me ha regalado nada, y todo lo que tengo me lo he ganado gracias a mi trabajo y a mi esfuerzo. Me parece una puta locura no tener que preocuparme por llegar a fin de mes”.

Por ello anima a todas a aquellas chicas jóvenes, que quieran meterse de lleno en el mundo de la comedia, a que empiecen a escribir todos los días para buscar su propia voz: “Lo importante es tener un punto de vista original y ponerle creatividad al humor, incluso cuando estamos contando las noticias sobre política que hemos escuchado o visto en el telediario. Eso es de primero de comedia”.

La voz del feminismo

No en vano, Álvarez siempre ha tenido claro que lo suyo es el humor, “solo hay que saber cuál es tu estilo e ir a por ello”. Un estilo que la humorista ha ido puliendo, poco a poco, en los diferentes retos a los que se ha ido enfrentando. Como lo demuestra la siguiente parada de su viaje por el mundo del podcast, que la llevó hasta el programa feminista Tramas maestras, en la Cadena Ser, que Álvarez guiaba y presentaba junto con la directora de cine Leticia Dolera y a la humorista Pilar de Francisco. En él analizaba la figura de la mujer como objeto de deseo, y ponía de manifiesto su compromiso con la lucha de la igualdad de géneros.

Un propósito que no ha abandonado nunca en ninguno de los trabajos que ha desarrollado posteriormente, pese a que reconoce que “las cosas han empezado a cambiar”. También admite que quedan muchos pequeños micromachismos que superar, por lo que se siente incapaz de respondernos a la pregunta de cuándo nos quitaremos definitivamente “esa mochila”. Lo que tiene claro es que uno de ellos es la fuerte presión estética a la que todavía están expuestas las mujeres: “El momento actual me recuerda a mi juventud, cuando aparecieron un montón de trastornos de la alimentación. El hecho de estar todo el día conectados a las redes sociales, y dejarnos ‘engañar’ por la imagen que proyectan los stories de Instagram, es muy perjudicial. La vida no tiene filtros que valgan, y quien más y quien menos tiene arrugas”.

Por eso para la humorista es tan importante poner sobre la mesa los problemas que real- mente afectan y preocupan a las mujeres. Una causa que también siguió abanderando en su paso por el podcast Dos rubias muy legales, junto a Raquel Córcoles; y que ahora, de una manera u otra, sigue defendiendo en su trabajo más reciente, El Olimpo de las diosas, en Podimo. En este último, junto con Judith Tiral, no sólo nos invita a ver la Historia desde un punto de vista femenino, sino a reflexionar sobre el hecho de que las cosas no han cambiado tanto, y que siempre nos han preocupado las mismas cosas: la muerte, los celos, el amor, la locura… Pero apuntilla que el trabajo para lograr conquistar nuestros derechos como mujeres no ha acabo, y hay que seguir dando pasos hacia una más justa, ya que los hombres tienen que perder su posición de “bienestar”.

Para ella, el mejor ejemplo es el diferente rasero que se utiliza para evaluar la maternidad o la paternidad. Ella, como madre, no ha querido renunciar a su carrera, y por ello es tachada de “mala madre” en algunas ocasiones. Y señala que cuando un padre hace lo mismo y “lleva a su hijo los fines de semana al parque de atracciones es un padrazo. Es un pensamiento que tenemos que cambiar”.

Hambre de retos

Lo que está claro es que su esfuerzo ha tenido recompensa, y que todos sus trabajos como guionista y humorista le han servido para definirse y “ganar el músculo necesario” para escribir cada vez mejor. Esto la empujó hacer unos años a “lanzarse a la piscina” y publicar la novela gráfica, La mala leche, junto con Ana Müshell. Esta experiencia parece que le supo a poco, y ahora ha vuelto a saciar su sed de escribir con su primer trabajo en solitario, el thriller erótico Ansia. Como no podía ser de otra forma, en esta novela Álvarez habla sin censuras de la insatisfacción amorosa y de las relaciones de poder a través de su protagonista, Natalia, la cual es infiel a su pareja con un hombre que la extorsiona.

Es imposible “tirarle de la lengua” para que nos cuente algo más sobre esta lúcida, divertida y excitante fabulación sobre el deseo sexual porque quiere que disfrutemos del relato, de principio a fin, como hizo ella misma: “El desarrollo de Ansia ha sido un proceso muy largo, pero en el que me lo he pasado pipa. Empecé esta novela hace dos años, y durante ese tiempo la he ido dejando y retomando, hasta que este verano me dediqué a ella en cuerpo y alma”. El resultado no podía ser otro que un trabajo del que se siente totalmente orgullosa, y que le ha dejado tan buen sabor de boca que no descarta volver repetir, “porque para ella escribir es un verdadero placer”.

El hambre de Henar Álvarez por probar cosas nuevas parece no tener fin: “Tengo en mente muchos proyectos, lo malo es que no dispongo de mucho tiempo libre. Pero lo que más me apetece es hacer algo de ficción. Con Ansia lo he conseguido en parte, aunque mi siguiente meta está en hacer una serie, una película, una comedia…”. Para ella sería el bocado perfecto para dar paso al siguiente paso de su menú profesional, que el que el plato fuerte aún está por llegar.

Comiéndose la vida

Mientras tanto, parece que Henar Álvarez reserva “hueco” para un placer más: el de la comida. Como cantara Rigoberta Bandini, en Canciones de amor a ti, aunque a la humorista le vuelve loca comer, no sabe hacer (casi) ni un huevo frito. Tiene claro que la cocina no es lo suyo y que no tiene paciencia para pasarse dos horas preparando un plato que luego se va a acabar comiendo en cinco minutos, por lo que prefiere dejar este trabajo a los verdaderos profesionales. Prueba de ello es la guía gastronómica que nos prepara para comerse Madrid.

Para ella el aperitivo es sinónimo de amigos, de una buena charla, de vermut, de “picar algo”… Pero nunca se llena tanto como para tener que renunciar a un “buen plato de cuchara”, como demuestra el hecho de que nunca se resiste al cocido madrileño de la Merce en el bar El Extremeño, por tan solo 12 euros; o a una “mariscada del proletariado” en Rías Baixas, “que sale por 40 euros y comen dos”.

Tampoco le asusta probar sabores un poco menos tradicionales, como los dim sums y el ramen (“para mearse en las bragas”) del restaurante oriental Xiongzai, dedicado al osito Winnie the Pooh. O la propuesta del restaurante Ikigai: “Es verdad que no es un sitio al que se pueda ir todos los meses, pero es mi preferido para cuando tengo algo que celebrar. Me vuelve loca”. Ahí hace una excepción y se toma un “vino blanco, sobre todo si es verdejo”, porque, “no puedo evitarlo”, es más de cerveza.

Pero el recorrido de Henar Álvarez aún tiene más paradas. Abandonamos la capital madrileña para irnos primero a Asturias, donde “se mete entre pecho y espalda” una buena fabada o a un pote con berzas, y después volar hasta la vibrante ciudad de Nueva Orleans: “Estuve el verano pasado y me atrapó totalmente”. Se le hace la boca agua cuando rememora el sabor de la comida cajún.

De lo que no cabe duda es de que la voracidad de Henar Álvarez no tiene límites, y que “amenaza” con seguir comiéndose la vida. Como canta una de las divas del pop que tanto le gustan, Katy Perry: Bon appétit.