Hay festivales que se escuchan. Otros que se viven. Pero Sonidos Líquidos se degusta. En su 15ª edición, este singular encuentro enológico-musical en La Geria —el majestuoso valle vitivinícola de Lanzarote— volvió a maridar con acierto sonidos indie, electrónica mestiza, sostenibilidad y gastronomía local. Un festival boutique donde cada nota suena a malvasía volcánica y cada trago es una conexión directa con la tierra.

Un line-up que se saborea
Como cabeza de cartel, Lori Meyers ofrecieron una actuación intensa y luminosa, con un directo pensado para paladear despacio. Pero la energía más vibrante llegó con nombres como Queralt Lahoz, que fusionó flamenco y beats urbanos como quien mezcla picón y especias canarias, y Ona Mafalda, que desplegó un espectáculo elegante, de producción milimétrica, con un aura tan sofisticada como la de un buen vino natural sin pretensiones.
Completaron el menú musical la psicodelia fresca de Vera Fauna, la irreverencia electrónica de Brolorizo, el garaje punk de Wine Lips, y la dulzura cruda de Eva Olvido. Todo acompañado por Los Callaos, aportando ese umami insular que sólo un grupo local puede ofrecer en su tierra.
La Geria: terroir cultural
La experiencia Sonidos Líquidos no podría entenderse sin su maridaje natural con el paisaje. Actuar y bailar entre viñedos excavados en picón, con un cielo que parece de otro planeta, convierte este festival en una vivencia estética total. Como dijo uno de los artistas: “Sonidos Líquidos es de otro planeta, y los vinos están riquísimos”. Difícil decirlo mejor.

Vino y gastronomía kilómetro cero
En un evento donde el vino tiene nombre propio (y D.O.), los asistentes pudieron disfrutar de los míticos vinos volcánicos de Lanzarote, servidos directamente por bodegas locales. La malvasía, con su mineralidad única, fue la verdadera banda sonora líquida del festival.
El apartado gastro estuvo a la altura: tapas de autor con producto KM 0, reinterpretaciones de clásicos canarios, opciones veganas y una cuidada selección de propuestas que no solo alimentaban el cuerpo, sino también el alma. Una feria de sabores sostenibles, maridados con vistas al infinito.
Sostenibilidad con denominación de origen
Lejos del greenwashing, Sonidos Líquidos demuestra que es posible hacer las cosas bien sin renunciar a la calidad ni al disfrute. Transporte colectivo obligatorio para el acceso, vasos reutilizables con trazabilidad, sistema cashless, inclusión sensorial con mochilas vibratorias para personas sordas, Punto Violeta en colaboración con Mararía… Cada detalle cuenta.
Además, el stand BE ECO volvió a ser un epicentro de conciencia artística con iniciativas como Plastic Ocean, del artista Álvaro Guzmán, o el proyecto Chibuque, donde el papel reciclado germina flora autóctona. Incluso el merchandising fue producido con proveedores insulares, cerrando el círculo del compromiso con el territorio.

Una experiencia sensorial en todos los planos
Sonidos Líquidos no solo se oye, se bebe o se come: se vive con todos los sentidos. Un festival en el que la música no se impone, sino que acompaña; en el que el vino no es un complemento, sino una narrativa líquida que atraviesa todo. Y en el que el paisaje —ese cráter fértil que es La Geria— no es el decorado, sino el verdadero protagonista. Porque si hay un festival donde la cultura, la tierra y el placer se funden como en un bocado perfecto, ese es Sonidos Líquidos. Y en 2025, lo volvió a demostrar.
