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Sevilla en 24 horas: qué ver y comer

Foto: Cortesía María Trifulca

Se nos ocurren muchos motivos para poner rumbo a una ciudad (¡bendito AVE!) que The Lonely Planet puso en el top de destinos para visitar en 2018, y donde sus eternas barras conviven con naturalidad con nuevas propuestas gastronómicas que queremos descubrir. En el periplo no olvidamos Triana, ese ‘Brooklyn’  hispalense lleno de carisma.

09:00 DESAYUNO

Pasear por Sevilla al amanecer, cuando la ciudad aún se despereza, resulta casi tan irresistible como al caer la noche, cuando el puente de Triana se derrama de plata sobre el Guadalquivir. En Sevilla hay dos desayunos: tostada (de aceite, tomate y jamón la más popular; pero también aquellas de ‘alta densidad’, como la de zurrapa de lomo o manteca ‘colorá’) y ‘calentitos’ (churros, para entendernos). Cualquier otra opción es factible pero, ¿para qué? Bar Duero (Sanjacinto,85), Casamolina (Almirante Topete, 34) o La Cacharrería (regina, 14) son tres buenas alternativas.

10:00 DE MURILLO A FABRE

Entre las muchas actividades programadas por la ciudad natal del pintor barroco Murillo, no conviene perderse las exposiciones del Museo de Bellas Artes y del Espacio Santa Clara, con préstamos de importantes pinacotecas internacionales. Y para quienes prefieran arte actual, en lugar de un artista que innovó en el siglo XVII, otro que lleva haciéndolo -con escándalo- las últimas décadas: el belga Jean Fabre, a quien el Centro Andaluz de Arte Contemporáneo dedica la muestra ‘Estigmas. Acción y performances 1976-2017’.

12:30 EN TRIANA

Si preguntas a un trianero te dirá eso, que es trianero, no sevillano. Orgullo de barrio, un barrio cuyas señas de identidad definieron el flamencoy la extinta industria alfarera. Visitar el Centro Cerámica Triana nos ayudará a entender el peso que tuvo esa actividad a este lado del Guadalquivir. El cercano Mercado de Abastos, pegado a las ruinas del Castillo de San Jorge, es un animado lugar que se ha ‘gourmetizado’ con puestos donde picar pero manteniendo su trajín local y su sabor. Y enfrente, si el tiempo acompaña, es todo un triunfo comer en la terraza del restaurante MaríaTrifulca, con unas vistas impresionantes.

Ilustración: Angie Díaz

14:00 COMER ‘CON ORIGEN’

Una alternativa cercana para almorzar es De la O (Pº de Nuestra Señora de la O, 29), que acaba de abrir en un bonito emplazamiento frente al Guadalquivir. Su propietario y chef, Manuel Llerena, arquitecto reconvertido al noble arte de los fogones, es responsable, claro, del diseño del espacio: agradable, minimalista, con predominio de madera, plantas y cerámica (¡estamos en Triana!). En el plato, una apuesta decidida por el origen: recetas andaluzas con toque actual que emplean ingredientes de temporada de productores locales -sin intermediarios- tratados con mimo y buena técnica.

20:30 CENAR

Hoy nos apetece cenar en uno de los nuevos destinos ‘foodies’ de la urbe. Como Castizo(C/Zaragoza, 6), la última incorporación del grupo Ovejas Negras: revindica el costumbrismo y lo local (atención a la loza de La Cartuja en la que sirven los platos), pero con el toque viajado de los incombustibles propietarios. Los amantes del pescado y el marisco de calidad deben buscar acomodo en uno de los taburetes de Cañabota (C/Orfilia, 3). Y en el novísimoCasaPlata (C/Amor de Dios, 3), un espectacular diseño muy distinto a lo que abunda hoy en la ciudad se alía con el buen hacer en los fogones, la música y los cócteles.

22:00 DORMIR (O NO)

Tras la cena, la tribu de la cerveza artesana debe poner rumbo a Bier Kraft (Correduría, 35), donde también encontrará cócteles. Le XIX (Tomás de Ibarra, 9) es otra referencia para buenos combinados. Y se alargue o no mucho la noche, el sueño reparador lo encontramos en One Shot Palacio Conde de Torrejón 09, un hotel boutique que ocupa una casa señorial barroca a muy poca distancia del Palacio de Dueñas: tan magnético es su patio, con columnas, arquerías y una bella cubierta estrellada, como sus habitaciones, algunas con artesonados del XVIII. El interiorismo destila estilo y sosiego.

*Artículo publicado originariamente en TAPAS nº 32, abril 2018.
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