Reportajes

Qué simboliza la comida en la obra cinematográfica de Tarantino

Proyectamos las secuencias culinarias más representativas del cine de Quentin Tarantino.

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La comida se convierte en una poderosa vía de expresión en el cine dirigido por Tarantino, repleto de simbolismos que intensifican la trama y elevan la narración de sus proyectos audiovisuales.

Desde Reservoir Dogs hasta Pulp Fiction, Kill Bill o Django Desencadenado: la obra del cineasta transita por infinidad de escenas gastronómicas que van desde desayunos en cafeterías previas a un atraco hasta postres intimidatorios en un restaurante francés ocupado por los nazis. Hacemos una proyección de las más destacadas.

Pulp Fiction

El amor infinito de este clásico de culto por la comida basura late de principio a fin. Y es que, Pulp Fiction, más allá de servir un bufet decadente de sustancias ilegales, lo hace de ingentes cantidades de comida rápida que vislumbran su gran obsesión por ésta, y ayudan a entender mejor la pieza audiovisual.

Todas esas elaboraciones reinterpretadas a posteriori en todos los escenarios, tanto en el mundo real como en el ficticio, ya sea en restaurantes o en recetas virales de internet, incluyen desde la hamburguesa de queso hawaiana Big Kahuna o el batido americano de 5 dólares hasta las tortitas con bacon, los boles de cereales de Fruit Brute de Lance o los platos grasientos de cafetería de carretera. Todos ellos, esconden detrás una metáfora compartida acerca de lo que comemos, del consumo rápido (y sin procesar), y de todo aquello que se considera basura.

En una de las secuencias grabadas en la memoria colectiva está, por supuesto, aquella en la que Vince lleva a cenar a Mia, la mujer de Marsellus Wallace, al restaurante Jack Rabbit Slim’s. Un lugar icónico ambientado en los años 50 en el que piden un suculento banquete de comida rápida: un filete, una hamburguesa y un batido de 5 dólares.

Kill Bill

En Kill Bill: Vol. 1, Tarantino utiliza en muchas ocasiones la comida para servir el escenario deseado. Como ocurre en la presentación de la novia a Hattori Hanzo, quien prepara sushi para su novia, y al hacerlo, introduce a la novia y al público en las costumbres de la cocina japonesa.

Esa secuencia esconde asimismo un trasfondo simbólico: cuando la novia le pide sake, se genera de inmediato su respeto para poder dar paso a pedirle algo más grande.

Si pasamos a Kill Bill: Vol. 2, puede apreciarse como la novia es llevada al límite, y Tarantino enfatiza esa sensación a través de la comida. El clímax de su exagerado montaje de entrenamiento entre Pai Mei y la Novia se reduce entonces a una simple comida.

Django Desencadenado

La gastronomía dentro del universo de acción y esclavitud de Django se representa entre escenas de tensión, como la que presenta el delicioso pastel blanco de Calvin sobre un telón de fondo horrible; como algo bonito envuelto en un contexto decadente.

Mientras tanto, la buena comida de la que hace gala Calvin indica su elevado estatus y su poder sobre su oponente, llevando a cabo ese acto de manera despreocupada, sin que le importe nada.

Reservoir Dogs

El menú de Reservoir Dogs es mucho más corto que en otras películas de Tarantino, pero aun así sigue desempeñando un papel importante.

El Sr. Naranja y Holdaway comen hasta tarde en una cafetería. Un acto que habla del carácter del personaje, de cómo comer desesperadamente en mitad de la noche indica que Holdaway, mientras vierte una botella entera de ketchup, acentuando su actitud desmoderada.

True Romance

La filia por la comida de Tarantino vuelve a latir en este filme de los noventa, que sirve un bufé variado de escenas; como la que aborda la presentación del Drexl de Gary Oldman, el proxeneta de la amante de Clarence, Alabama, en medio de una degustación de comida china, como un ofrecimiento que acaba reflejando dominación en lugar de interés.

Cuando Clarence rechaza la comida, ambos personajes lo interpretan como un signo de agresividad y enfrentamiento. Aquí rechazar la comida se convierte en un acto de debilidad.

Érase una vez… En Hollywood

En esta película ambientada en los 60 de Hollywood, Cliff prepara la cena para su adorado perro Brandy, del que tiene un armario entero dedicado a su comida. Cliff prepara un plato rebosante para su mascota Brandy, quien espera con moderación, mientras Cliff termina de preparar su propia comida.

La cena de Cliff es la que cabría esperar de un adolescente de resaca: una olla de macarrones con queso… que acaba comiéndose fuera de la olla. Una comida que representa el estilo de vida de Cliff en su conjunto, y que devorará de manera simultánea junto a su mascota, reflejando asimismo las similitudes que comparten.