En la República de Gilead, liderada por un régimen fundamentalista y teocrático que toma el poder tras una ola de infertilidad, la comida se concibe como una herramienta sagrada con la que ejercer control, castigar y rebelarse.
Dentro del sistema totalitario de ‘El cuento de la criada‘, los líderes despojan a las mujeres de sus derechos y las utilizan para procrear valorando ‘la maternidad’ por encima de todo. En ese contexto de sometimiento y poder, la comida -como necesidad básica- también se usa como medio de superioridad y resistencia.

Algunas de las escenas del thriller se alimentan de toda esa simbología, como ocurre cuando los Waterford reciben a la embajadora de México, y le obsequian con un cuenco de naranjas como prueba de la prosperidad alimentaria de su país. Las naranjas representan la superioridad de Gilead, trazando una barrera entre comunidades y clases sociales, como en la vida real.
Una herramienta de control y resistencia
En otras secuencias, los alimentos aguardan usos más profundos, como parte del menú de tortura psicológica a las que las someten. El dominio es total: desde el cuerpo hasta aquello que ingieren. A las criadas, que existen como una vía de reproducción, se les controla la alimentación en todo momento. Se les prohíbe consumir alcohol, dulces o caprichos especiales como las manzanas asadas.
La deshumanización también se ejerce y aprecia en una escena en la que una de las esposas de Gilead le ofrece un macaron a June, mientras otra de ellas critica ‘el permiso’ diciendo que ‘no debería mimarla, que el azúcar hace daño’. La criada acabará cogiendo la galleta con educación, aunque acabe escupiéndola en el lavabo, y sonriéndose a sí misma en el espejo como un acto de rebelión.

La comida que se les ofrecen es tan sólo una forma más de sometimiento. En otro episodio, la tía Lydia obliga a June a beber un sórdido batido verde, diciéndole que el bebé necesita los nutrientes. Sus necesidades no importan en ningún momento. Después, June lo vomitará sobre la mesa de los Waterford, como muestra de resistencia y oposición.
Operaciones secretas
La comunicación a través de la comida se presenta como otra de las estrategias más poderosas de las criadas, que planean operaciones secretas contra el sistema. En la primera temporada, Moira le pasará de contrabando cartas de mujeres de Gilead, que le entregará un carnicero, disimuladas en un paquete de carne. Más tarde, éstas llegan a Canadá y se publican en Internet, sacando a la luz los abusos de Gilead contra las mujeres que llevan al Gobierno canadiense a poner fin a las conversaciones diplomáticas con el país.

Si avanzamos hacia la temporada 3, June se adentra en otra operación basada en sacar a los niños de la república, recibiendo cestas de magdalenas como señal de que las esclavas domésticas le ayudarán en el proceso. Cuando se acaba el episodio, la protagonista acaba recibiendo 86 magdalenas que representan el total de niños con los que logra escaparse en un avión de carga a Canadá.