Reportajes

De profesión ‘book scout’

Esta librera neoyorquina, fundadora de Bonnie Slotnick Cookbooks, es capaz de conseguir libros de autores que no existen.

La librería vintage de Bonnie Slotnick es un espacio mágico donde perderse entre cientos de libros antiguos de cocina y gastronomía –sobre todo de la primera mitad del siglo XX– con una guía de excepción: ella, Bonnie.

Su vocación de librera le llegó al poco de comenzar su carrera en la industria editorial, allá por 1985, cuando se convirtió en una especie de detective buscadora de libros para una librería del Upper East Side. Ella trabajaba a jornada completa editando, y los fines de semana se dedicaba a patear la ciudad en busca de ejemplares antiguos y descatalogados. “En aquellos tiempos, antes de los ordenadores, se trataba realmente de salir a encontrarlos, recorrer toda la ciudad”, y añade con nostalgia: “Había montones de librerías en todos los barrios. Durante mis vacaciones alquilaba un coche y me iba a sitios como Vermont, donde había decenas de librerías, y así es como me metí en la aventura de vender libros”.

En 1997 decidió que quería tener su propia librería, y desde 1999 vende libros a jornada completa. Bonnie confiesa que en sus treinta años de profesión, ante peticiones muy poco comunes, no ha podido evitar entonar la máxima de “ese libro no existe”. Por ejemplo, cuando un cliente le pidió un libro de Betty Crocker firmado. En este caso Bonnie tenía razones de peso para ser tan rotunda. Y es que Betty es un personaje de ficción inventado por General Mills en 1921 para promocionar sus campañas publicitarias. ¿Cómo iba a existir un libro firmado por una autora imaginaria? “La empresa inventó el nombre y eligieron Betty Crocker porque sonaba muy hogareño y muy norteamericano” explica Bonnie. Así que a pesar de ser un personaje inventado, algunos clientes le piden sus libros. Y ella, que se preguntaba cómo podría existir un libro firmado por la ficticia Crocker, se puso manos a la obra. “Resulta que cuando publicaron una nueva edición especial, en la parte delantera tenía una pequeña anotación que decía ‘esta edición limitada está firmada” afirma Bonnie. Y ella la consiguió.

Bonnie defiende la experiencia analógica de ir a la tienda. “La gente quiere estar rodeada de cosas que ama, hay casualidades que solo suceden cuando estás comprando en una tienda
física y deberíamos asumir que comprar online es la excepción”. Bonnie y su pequeña librería son la representación contemporánea del David que venció al Goliat, del pequeño negocio que sale adelante entre las marañas de especulación inmobiliaria y gentrificación que asola las grandes ciudades como Nueva York. Su librería estuvo instalada en el mismo local durante 16 años, hasta que en 2015 su anterior arrendador no le quiso renovar el contrato. Los que ella llama sus hadas madrinas le ofrecieron condiciones razonables para alquilar el local que actualmente alberga su librería (8 E 2nd St) y en parte gracias a eso Bonnie Slotnick Cookbooks sigue siendo parada obligatoria en Nueva York.

©Valery Rizzo