Si por separado tanto el aceite como la trufa son dos grandes joyas de la gastronomía es fácil imaginar cómo sería su fusión en la cocina. Oro líquido es el calificativo que ha adquirido el aceite de oliva y oro de tierra es el que se le ha dado a la trufa desde que alguien se agachó a recoger semejante manjar. Hoy, de una forma muy sencilla, puedes tener tu propio aceite trufado reposando en tu despensa.
Su método de elaboración es muy sencillo: rallar el hongo y mezclarlo con el aceite, dejarlo reposar en la nevera hasta que la trufa suelte todo su aroma e impregne el aceite y consumirlo en poco tiempo para no tomarlo añejo.
¿Cantidades? 20g de trufa pueden aromatizar muy bien un litro de aceite.