Envuelta en un plástico de litro y medio la sangría descansa en el centro de las mesas veraniegas aderezando comidas y cenas a base de una superflua lágrima que baja de forma muy fácil y de tonos afrutados en un vino que no es del todo vino, es, más bien, limonada de vino. ¿Por qué siempre tiene que estar ligada a las comidas fáciles? ¿Por qué es la bebida fácil de los guiris? ¿Por qué la tenemos que relegar a un plano secundario? ¿Por qué todos estos estereotipos asequibles y poco profesional? La sangría también tiene una versión Premium. Disfrutémosla fresquita…
De la sangría no sabías que se consume desde la primera década del siglo XIX en Ecuador ni que en 1788 Esteban Torres (sacerdote) afirmaba en su diccionario del castellano que la sangría era una “bebida inventada por los ingleses” dado que parece provenir de la voz inglesa sangaree (que viene de la española ‘sangre’, por su color). Tampoco sabías que tiene una versión en botella de cristal y con un diseño que merece la pena guardar. Así es, por ejemplo, Luis The Marinero. Elaborada con vinos tradicionales e ingredientes naturales mimados desde la recolección de las uvas hasta el embotellado. En tinto, blanco y rosado y con el apellido de Bodelas Valdepablo.
Otra vertiente estilizada y bien arreglada es la de Lolea de la vermuteria CasaLolea en Barcelona. Con su vertiente Clarea (y hasta una Brut) se definen como sinónimo de fiesta y alegría, la bebida perfecta para refrescar nuestros aperitivos y tardes veraniegas en familia y amigos.
Sandara, que se dice ser “una perfecta combinación de los mejores vinos, con una selección de aromas cítricos y frutas rojas con burbujas muy integradas”. Cierto es que su elegancia y distinción se ve de lejos, además tiene denominación mediterránea directa de las naranjas y limones de la huerta valenciana.