Madrid despide una de sus instituciones dulces más queridas. Embassy, la emblemática pastelería artesana que llevaba desde 1931 siendo un referente en la capital, cierra sus puertas de forma definitiva. La noticia, que confirma lo que muchos temían desde su cierre temporal en marzo, pone punto final a casi un siglo de historia y repostería con influencias británicas.
Los seis locales —ubicados en Núñez de Balboa, O’Donnell, Santa Engracia, Aravaca, La Moraleja y Chamberí— acaban de bajar la persiana puesto que, tras una incesante lucha económica, los propietarios no lograron la financiación necesaria para relanzar la marca. La historia de su decadencia comenzó años atrás, en 2017, con el cierre del buque insignia del Paseo de la Castellana, un golpe del que nunca se recuperaron del todo.

Un cierre con sabor amargo
La situación interna de Embassy llevaba tiempo en deterioro. Los trabajadores llevaban denunciando impagos continuados desde marzo, sueldos incompletos y condiciones laborales cada vez más precarias. Y es que, la gestión de los últimos años ha estado sumida en el declive constante con recortes, contrataciones sin formación y aperturas injustificadas pese a la caída de ventas. Todo, bajo el mando de Manuel Canalejas, actual propietario y responsable de la última etapa de la icónica cadena pastelera que fue perdiendo brillo desde el fallecimiento del matrimonio Rivera-Sarmiento que lo regentaba.
Ahora, su cierre definitivo deja un hueco difícil de llenar en la escena madrileña. Se va Embassy, pero su legado quedará para siempre enmarcado en la historia.