Actualidad

La invasión robótica de los restaurantes

La era de la IA y de la automatización masiva vislumbra una nueva realidad futurista que invade de lleno el mundo de la restauración.

Haz clic aquí para leer la versión en inglés.

El futuro ha llegado a los restaurantes de la mano de sistemas algorítmicos y de un elenco de robots que pueden servir la distopía o la utopía, dependiendo del intérprete, el empresario o el comensal.

Puede que los hayas visto en algún restaurante: los robots creados con inteligencia artificial ya no sólo ocupan las grandes industrias, sino que están diversificándose en infinidad de espacios gastronómicos en los que acompañan a los clientes hasta sus mesas, preparan, reparten y sirven comida y bebida con el fin de ‘mejorar la experiencia del consumidor’.

El futuro de la restauración

La polarización divide este paradigma en el que los robots camareros podrían suponer la solución a la escasez de mano de obra del sector en un entorno en muchas ocasiones caótico en el que es muy difícil insertar la automatización de una forma que sea realmente productiva.

Sin embargo, los robots están proliferando, sobre todo, en localidades como Asia en las que la aceptación pública por los servidores robotizados es muy alta. Por ejemplo, Pizza Hut ya cuenta con robots camareros en más de 1.000 restaurantes de China.

Mientras tanto, Pudu Robotics, la empresa de robots de reparto inteligentes con sede en Shenzen (China), ya ha desplegado más de 56.000 robots en todo el mundo. Un innovador avance tecnológico que abre una nueva era para la restauración, con las mismas ventajas que riesgos tanto para los empresarios como trabajadores que pueden ver ‘amenazados’ sus puestos de trabajo.

En este mismo escenario, aunque Estados Unidos haya tardado más en implementar la robótica en sus restaurantes, existen algunas cadenas como Chick-fil-A que están probando este sistema algorítmico en varios de sus locales, apoyándose en el discurso de que los robots ‘ofrecen más tiempo a los empleados para servir bebidas, limpiar mesas y recibir a los clientes.’

Desde freír alitas hasta repartir comida: los robots abren un paradigma revolucionario que está siendo explorado, sobre todo, por parte de las cadenas de fast food como Chili’s, probando con los servicios que ofrecen: la recepción, el acompañamiento a la mesa y el reparto de comida. Sin embargo, en este juego futurista también compiten los restaurantes de healthy food, como es el caso de Sweetgreen, que tiene instalados a un elenco de robots cocineros con tubos incorporados que dispensan ingredientes para preparar ensaladas.

La proliferación de los robots

La labor de los robots está asimismo predominando en Chipotle, lugar en el que están siendo entrenados para hacer cuencos y ensaladas, freír tortillas y mezclar guacamole. Sus robots pueden preparar hasta 500 cuencos cada hora, cumplimentando hasta el 65% de sus pedidos digitales: un trabajo a un ritmo frenético que sus pequeños grupos de empleados humanos nunca podrían alcanzar.

Otras cadenas de renombre como McDonald’s o White Castle cuentan con robots cocineros que se encargan de freír, dispensar o mezclar, proyectando el auge global de la mano de obra robotizada que, más allá de desatar la controversia, envía un mensaje colectivo: las personas que trabajan en restaurantes podrían ser sustituidas dentro de muy poco por una máquina.

En este sentido, los robots están diseñados para atender a los clientes con mayor rapidez y eficacia, medir los ingredientes con mayor precisión y reducir el tiempo de espera. Además, están demostrando sus habilidades especiales para las entregas en restaurantes o tiendas de comestibles, como hemos podido ver ya con los de Amazon o UberEats, desplegados en muchos campus universitarios con aspectos mucho más ‘humanizados’ que el resto de robots que suelen adquirir aspecto de animal o de androide.

En este sentido, a pesar de esa concepción del robot como un símbolo de avance y de innovación en los establecimientos, la automatización de éstos aún requiere de un desarrollo mucho mayor, a la vez que se confronta con el valor humano de la experiencia, y de la necesidad de ese ‘apoyo’ de los trabajadores reales que demuestra que su sustitución no está ni de lejos completada.