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La gastronomía dentro del arte: cinco referencias culinarias costumbristas en famosos cuadros

De Velázquez a Picasso: repasamos algunas referencias culinarias que los grandes pintores españoles han plasmado en sus obras de arte.

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Hace unos meses debatíamos sobre la faceta artística de la gastronomía en sí, y debatíamos sobre si debería ser considerada una de las bellas artes. Pero lo cierto es que muchos artistas han encontrado en la gastronomía una inspiración muy fuerte e, incluso, para algunos sería una auténtica musa en sus obras de arte. Desde escenas culinarias de lo más tradicionales a alimentos básicos considerados fetiche por muchos pintores. Repasamos cinco referencias culinarias costumbristas en las obras de arte de famosos pintores españoles.

Velázquez y sus costumbristas tradiciones

La obra más famosa de Velázquez fue Las Meninas, pero el pintor sevillano también dejó un gran legado sobre las escenas más cotidianas de aquella Sevilla del siglo XVII, muchas de ellas relacionadas con la cocina. De hecho, en uno de sus cuadros más populares, el de la Vieja friendo huevos, el pintor retrata a la perfección una tradición culinaria costumbrista española que perdura todavía a día de hoy: un plato de huevos fritos. Sin entrar en detalles técnicos, el cuadro deja clara la fascinación de Velázquez por mostrar un momento tan doméstico como los que se viven alrededor de la cocina. Y en ese caso concreto, deja claro la realidad del ciudadano medio, alejado de las riquezas reales y la ostentación culinaria.

Otra escena cotidiana de la Sevilla de la época también queda reflejada en el cuadro de El almuerzo, también conocido como Tres hombres a la mesa. En esta pintura de Velázquez, aparecen tres personas -que representan las tres edades del hombre- alrededor de una mesa disfrutando de una tradición tan popular como es el almuerzo de buena mañana. El pintor se decantó por reflejarlo con un plato de mejillones junto con varios trozos de pan, una copa de vino, dos granadas y un porrón que lleva el chico más joven. También decidió mostrar a los dos personajes más pequeños con un semblante más contento, mientras que el de más edad permanece más serio y centrado en disfrutar del ritual del almuerzo.

Sobre esta temática el pintor sevillano también hizo otra versión, titulada Almuerzo de campesinos Muchacha y dos hombres a la mesa, en la que reflejaba el mismo momento del almuerzo, pero en esta ocasión aparecen dos hombres sentados en la mesa almorzando, junto con una doncella que está sirviendo una jarra de vino tinto. En lugar de mejillones hay pescado frito con una rodaja de limón; mientras que de fruta decidió añadir una naranja.

Luis Egidio Meléndez y las naturalezas muertas

Aunque nació en Italia, Luis Egidio Meléndez era de familia española y desarrolló casi toda su obra en nuestro país. Este pintor es uno de los más destacados en el terreno de los bodegones o naturaleza muerta, especialmente con referencias culinarias. Por ejemplo, en el cuadro Bodegón con salmón, limón y recipientes, que se encuentra expuesto en el Museo del Prado, se muestra a la perfección el arte de Meléndez en reflejar de una manera sobria y muy realista este tipo de elementos. En la obra aparece un trozo de salmó fresco, junto con un limón y varios cacharros de cocina: una vasija de cobre, un perol del mismo metal y un puchero de Alcorcón (tal y como se detalla en la propia web del Museo del Prado). Este es sólo un ejemplo de los bodegones gastronómicos que el pintor de origen napolitano pinto durante su obra.

Picasso y su visión de la cocina

Aunque la gastronomía no es la mayor protagonista en la obra de Pablo Picasso, sí que es un tema recurrente durante toda su obra, aunque aparezca de manera secundaria. De hecho, fuera de lo que son sus pinturas, los restaurantes fueron un lugar muy importante para Picasso, ya que fueron punto de encuentro con otros artistas de la época, como la emblemática taberna del Quatre gats en Barcelona. Muchas de estas representaciones gastronómicas las llevó a cabo a través de bodegones, durante todas sus variadas etapas. Un ejemplo es esta Naturaleza muerta (el postre), que podría tener una referencia a las pinturas de Cézanne. A diferencia de su etapa cubista, aquí los elementos están representados con colores vivos y pinceladas enérgicas, especialmente en el jarrón, la jarra y los fruteros. Destaca la jarra de cerveza que el artista quiso pintar con las típicas ornamentaciones de la artesanía de la región francesa de Quimper.

Goya y sus pinturas negras

Francisco de Goya también representó algunas escenas culinarias costumbristas durante su obra pictórica. De hecho, en sus conocidas Pinturas negras, serie de serie de 14 óleos que Goya colgó sobre las paredes de la Quinta del Sordo, el pintor aragonés también incluyó referencias gastronómicas, como por ejemplo en el cuadro de los Dos viejos comiendo sopa. Aquí aparecen dos personajes ancianos -que no se llega a distinguir si se trata de mujeres u hombres-, tomando un plato de sopa, con la mirada perdida y un semblante un poco desconcertante. La escena es un reflejo de la vejez, de esos últimos sorbos de vida y la sopa refleja a la perfección ese momento, al tratarse de una receta de cuchara básica y clásica del recetario de las abuelas.

Dalí y el pan

Este repaso no podría acabar sin una referencia a una de las costumbres más extendidas en la gastronomía nacional: el pan. En su obra La cesta de pan (1945), Dalí quiso reflejar un ingrediente tan básico como es una barra de pan dentro de un cesto de mimbre. El artista llegó a comentar que esa obra la había estado pintando «durante dos meses consecutivos, cuatro horas cada día» y que el pan «ha sido siempre uno de los temas fetichistas y obsesivos más antiguos de mi obra, aquel al que he permanecido más fiel». De hecho, casi 20 años antes, el pintor de Figueres ya había pintado sobre el mismo tema.

Pero el amor por la gastronomía iba mucho más allá de la inclusión en sus cuadros. Dalí, y sobre todo su mujer Gala, sentían verdadera pasión por la cocina y se daban auténticos banquetes culinarios, que el artista reflejó en Les dîners de Gala, un libro de cocina que publicó en 1973, que incluye ilustraciones del artista y recetas acompañadas de extravagantes reflexiones de Dalí que se daban durante los encuentros alrededor de la mesa, como por ejemplo: «La mandíbula es nuestra mejor herramienta para aferrarnos al conocimiento filosófico».