Actualidad

La explicación tras los alimentos prohibidos del Cónclave

Haz clic aquí para leer la versión en inglés.

La sucesión del Papa Francisco es todo un misterio. Y es que, el Cónclave ha empezado hoy 7 de mayo, pero se desconoce cuándo llegará a su fin. Los 133 cardenales ya se encuentran aislados en el Vaticano, y, a lo largo del proceso, deberán respetar el protocolo, las tradiciones estrictas y la alimentación que les corresponde. Toda una serie de normas enfocadas en garantizar la seriedad y ‘la orientación hacia el bien común del cuerpo eclesial’.

El nutricionista Giorgio Calabrese ha sido el encargado de diseñar el plan alimentario del que las Hijas de la Caridad de San Vicente de Paúl tendrán la decisión final. Así, de acuerdo con las directrices, los cardenales electores iniciarán sus jornadas con un desayuno dulce compuesto por tostadas con miel o mermelada junto a un té o un café.

El menú

Para la comida, el elenco religioso degustará platos ligeros pero sabrosos como la pasta con tomate y albahaca fresca, un risotto de verduras, carne blanca o pescado a la plancha con verduras al vapor. Una dieta que evita las grasas saturadas en la que sí podrá beberse vino con el que ‘alimentarse’ de la sangre de Cristo. Eso sí, en vasos o jarras transparentes con las que evitar cualquier mensaje oculto.

Por la noche, la cena se centrará en alimentos fáciles de digerir, como el salmón ahumado, las sardinas, el jamón cocido o los quesos frescos. Sin embargo, la rigidez de esta dieta prohíbe una serie de alimentos del menú, como es el caso de los espárragos. ¿La razón? su composición de azufre que hace que sea mucho más difícil a la hora de digerir, así como el fuerte olor en la orina causado por el ácido asparagusico. Dado que los cardenales comparten los baños, se impone esta norma como ‘una cuestión de respeto mutuo en un ambiente cerrado y espiritual’, según ha señalado el liturgista Nicola Bux.

Las prohibiciones alimentícias no acaban ahí. Continúan con las carnes rellenas, los fritos, las empanadas o los platos que puedan esconder mensajes: una decisión que se impondría en el siglo XIII para garantizar la transparencia en el proceso de selección.