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Tras la muerte del Papa Francisco, los cardenales de todo el mundo se han reunido en el Vaticano para proceder al Cónclave, y designar al nuevo Papa a raíz de la columna de humo blanco como símbolo indicativo. Este método con el que la iglesia católica procede a la designación del próximo Papa entre todos los miembros del Colegio Cardenalicio, obliga a los cardenales a encierrarse en la Capilla Sixtina, prohibiéndoles cualquier contacto con el mundo exterior hasta que se haya tomado la decisión del sucesor elegido.

Durante el proceso, la comida se convierte en una religión, a pesar de que en el último Cónclave, que duró casi tres años, a los cardenales sólo se les diese de comer pan y agua para intentar agilizar el nombramiento. Por suerte, esta no es la norma, y los cardenales reciben ahora una alimentación decente.

A pesar del misterio suspendido durante el Cónclave, y el juramento de secretismo que prestan antes de iniciar el proceso, lo que sí sabemos es que todas las comidas se preparan bajo supervisión. Para este cónclave de 2025, que se iniciará el 7 de mayo, las monjas locales prepararán platos sencillos de la cocina regional, como minestrone, espaguetis y arrosticini, o brochetas de cordero, además de verduras hervidas y otros tipos de sopa.