La India es más que samosas, comida picante y Bollywood. Así lo demuestra ‘Sar: the essence of Indian design’, un viaje al país más colorido del mundo.
Cuando uno piensa en la India suele acudir a referentes que no van más allá del folclore habitual: de los coloridos saris a la celebración de los monzones, tan cromática también; del recuerdo decadente de épocas coloniales a los fastuosos decorados de Bollywood. Pero tras todo ese imaginario se esconde un interesante viaje a una manera de entender el diseño que va más allá de la postal kitsch. Eso es lo que pretende (y consigue) el libro Sar: The Essence of Indian Design (Phaidon), un trabajo de recopilación firmado por el artista Swapnaa Tamhane, cuya trayectoria profesional salta de Canadá a la India y mezcla la ilustración pop con la fotografía hiperrealista de ciudades como Calcuta. La diseñadora Rashmi Varma recorre junto a él cada rincón del diseño indio con el fin de darle unidad y una nueva perspectiva.
El rey de la carretera
El resultado son más de doscientas imágenes, o lo que es lo mismo, más de doscientos objetos, que suponen un recorrido inanimado por la cotidianeidad del país. ¿Ejemplos? Ahí tienes algunos, como el mítico Hindustan Ambassador, emblema de la empresa automovilística Hindustan Motors que fue parte fundamental de la cadena de producción desde 1958 hasta 2014. Se trata además del primer coche fabricado en la India, lo que rápidamente le permitió convertirse en un símbolo de estatus del país. Conocido como “el rey de las carreteras indias” y también con el apelativo cariñoso de Amby, en la actualidad sigue usándose como taxi en algunas ciudades.
Otro más: el té, el té indio, es de sobra conocido, pero, ¿y los vasos más habituales para tomar el popular chai? Su forma casi cónica, con el fondo estrecho, se popularizó en los años 50, ya que los vendedores callejeros podían colocar más vasos en el mostrador y, por tanto, aumentar el volumen de negocio, además de ser fácilmente apilables. También les facilitaba su transporte en las habituales jaulas de hierro que aún hoy siguen manteniendo su uso. Por otro lado, la tradición tiene su reverso moderno en nombres como el de Dhanalakota Nageshwar, que ha recuperado las máscaras de papel mâché utilizadas antiguamente en la India –igual que en otras culturas– para alejar a los espíritus, solo que ahora se convierten en objeto de uso ornamental. En realidad, para eso han quedado también muchas de las máquinas de helados Amir Rajkot, conocidas como Ice Gola Machines. Y decimos muchas, pero no todas, porque aún es posible encontrar algún puesto de helados callejero con esta pequeña joya del diseño industrial indio de finales del siglo XIX. Se trata de un sencillo triturador de hielo con manivela y un prensador para, una vez servido, darle sabor con zumos de frutas. Sí, un granizado de toda la vida, solo que con vistas al Índico y a las exóticas playas de Goa.
Estas son solo algunas de las piezas que acompañan al lector en el viaje a través del diseño indio, pero aquí dejamos la curiosidad no satisfecha para quien quiera toparse con juegos de cartas, zapatillas blancas de tenis, túnicas de seda de la época colonial, pendientes y otras joyas o impresionantes maderas talladas a mano. Nos vemos en la India, ¿no?
©Prarthna Singh