Reportajes

Guía de guías (Parte II)

Para todos los gustos

A la vez, surgen guías editadas por medios de comunicación, como la que publica desde el pasado año Tapas: en más de 250 páginas y en sus dos ediciones anuales, la “Guía para comerse y beberse España” recoge 600 restaurantes, junto con vinos, coctelerías y bares de autor, según el criterio de su equipo de colaboradores.

Hay más guías lideradas desde otros medios, como Condé Nast Traveler o, casos centrados en una ciudad, como la guía de La Luna de Metrópoli para Madrid; y proyectos para todo tipo de demandas que la historia gastronómica va acumulando, como Madrid en 20 Tragos, guía de bares promovida por Alberto Gómez Font, o aquella Nueva guía de Restaurantes de Barcelona, de la periodista Margarita Puig. En el contexto internacional, Monocle edita sus guías de viajes de ciudades, que contemplan pistas culinarias, bajo un estilo indudablemente cool en el que se han ido alineando en los últimos años otros proyectos como las Wallpaper City Guides de Phaidon; las guías de Taschen o los manuales regionales de Cool Restaurants, de teNeues. Pero el catálogo es infinito y en Nueva York engloba también a Eat the City, la visión del periodista Robin Shulman sobre una ciudad que acumula guías culinarias (como Must Eat NYC, editada por Lannoo, o aquellas ediciones de New York Times Restaurant Guide en papel con las valoraciones de sus críticos de hasta cuatro ansiadas estrellas). ¿Más ejemplos? Una guía de restaurantes de Londres publicada por Fortnum & Mason o Reykjavík by Gigi & Friends, con lo más in en diseño y gastronomía hecho por locals de la capital islandesa.

El voto ‘online’

Mientras, en el entorno online, la veda lleva abierta unos cuantos años, desde sistemas basados en las recomendaciones de usuarios, como TripAdvisor, que, además, impulsa sus premios Travellers’ Choice, que acaban de colocar a The Black Swan, un pub en Surrey, como líder mundial, lo que tuvo como resultado 1.200 reservas en cuatro horas y 90.000 visitas en su web en una tarde. Bajo una filosofía similar, se encuentran Google, con sus evaluaciones; o Facebook, convertido ya en un medio para que el cliente valore restaurantes. Y, aunque ha perdido en parte el encanto con el que nació, Zagat sigue teniendo tirón: creado en 1979 por el matrimonio Tim y Mina Zagat, fue adquirido por Google en 2011; plantea un sistema de ratings y reviews planteados por clientes de la gastronomía, que valoran sus experiencias sobre comida, decoración y servicio, con calificaciones del 1 al 5.

No, no hay una guía o una clasificación perfecta. Todas tienen fortalezas y debilidades. “Esta obra aparece con el siglo y durará tanto como él”, predijo el primer prólogo de ‘la’ Michelin. Pues eso: no se equivocó y monsieur Bibendum sigue cumpliendo años.