Con permiso del cronógrafo Speedmaster automático de 38 mm que Omega presentó en octubre como aperitivo de los Juegos Olímpicos de Invierno de Milán-Cortina, que se celebrarán el próximo febrero (un ejemplar con la esfera blanca y azul que evoca un iceberg), el reloj que más frío va a dar en la próxima estación es un nuevo Hublot. En realidad, dos, un par de Big Bang, el modelo que este año ha cumplido veinte inviernos convertido en una referencia de la alta relojería.
El 21 de diciembre entraremos en la época más gélida del año, y para abrigar la muñeca hasta el 20 de marzo de 2026, cuando abracemos (algunos con auténtica devoción) el equinoccio de primavera, Hublot propone el Big Bang Unico Winter Sapphire y el Big Bang Unico Winter Titanio Ceramic. Ambos, en tonos blanco hielo y azul glaciar y con unas medidas de 42 mm de diámetro y 14,5 mm de grosor que te dejarán helado.
El primero de ellos, limitado a 30 unidades, parece tallado en hielo. El Big Bang Unico Winter Sapphire porta una caja de tipo sándwich de cristal de zafiro pulido, por lo que es más exclusivo que su hermano (cuesta 80.000 euros, por los 26.200 del otro). Transparente y resistente a los cambios de temperatura y a los rayones, el zafiro ofrece un resultado que es un espectáculo, y en Hublot lo dominan porque llevan años explorando sus posibilidades y tiñéndolo de colores.
Los pulsadores, los tornillos y el sistema de correa intercambiable One Click de la enseña son de titanio. Y la esfera esqueletada deja ver parte de la última versión del movimiento Unico, que no es otra que el Calibre HUB1280 de manufactura, un cronógrafo flyback (para realizar el reinicio y la puesta a cero de forma instantánea) automático con una reserva de marcha de tres días. Con sus característicos escape de silicio, dos embragues oscilantes horizontales y una rueda de columnas visible en la parte frontal, late a 28.800 alternancias por hora (4 Hz).
El Big Bang Unico Winter Titanio Ceramic es muy similar, pero se ha fabricado con ligero titanio pulido con chorro de arena y cerámica blanca para el bisel, y se limita a 200 ejemplares. La corona atornillada garantiza una hermeticidad de 100 m, por los 50 m del de zafiro, y comparte con él la ventana de fecha a las 3 h, en el contador translúcido de 60 minutos del cronógrafo.
Además de la esfera calada y del movimiento tienen en común la masa oscilante de tungsteno con forma de copo de nieve, que, girando, aporta energía al movimiento. Los dos relojes se ciñen con correas intercambiables de piel de becerro forrada de caucho blanco o azul hielo. Ideales para deslizarse por las pistas de las estaciones de esquí más exclusivas.
