El origen y la tradición se dan la mano en esta emblemática bodega en El Puerto de Santa María que data de 1772. Una casa, de las más prestigiosas del Marco de Jerez, que generación tras generación pone todo su empeño en ofrecer la máxima expresión de sus vinos. Conscientes de la nueva tendencia por consumir productos más auténticos y con menor intervención, en definitiva, más naturales, Osborne ha querido recuperar ese estilo propio de antaño que ensalza el carácter intenso del velo de flor, la frescura y salinidad de estos jereces, únicos en el mundo.
Coquinero Fino en Rama de casi 7 años, cuyo nombre rinde tributo a los mariscadores de esta afamada concha, por su laborioso trabajo al igual que el del bodeguero; La Honda Fino Viejísimo en Rama de 12 años, con la identidad de donde procede –la bodega con nombre ídem es una de las naves más antiguas de El Puerto, con la particularidad de estar por debajo del nivel de las propiedades aledañas y por tanto tener un microclima especial–; y, por último, La Honda Amontillado en Rama de 22 años de vejez promedio, son las tres reliquias que nos sumergen de lleno en ese paisaje y en esa bodega, unas condiciones climatológicas ideales para crianzas biológicas prolongadas, venencia y copa en mano.
La rama sienta bien
Este sistema de elaboración, en criaderas y soleras y sin recurrir al filtrado ni clarificado previamente a su embotellado, concede a estos vinos en rama una pureza expresiva que no se aprecia de igual manera en otros vinos. Las principales diferencias se encuentran en su color, más intenso en el Fino en Rama, y sabor: mientras que el Fino se percibe más seco y amargo, la falta de filtración del Fino en Rama deja restos de levaduras en suspensión que al paladar le aportan un toque más sabroso, con un final incluso cremoso. Cualidades que también se notan en su Amontillado.
Jerez en una copa
El carácter del sur se capta tanto por dentro como por fuera. El diseño de estas tres joyas en rama se basa en cromatismos sacados de postales andaluzas. Allí es donde te llevan estas tres reliquias, que capturan toda la esencia del Puerto de Santa María. Sin duda, una de las experiencias más cercanas a catar sus vinos directamente desde la bota.