El segundo cerebro

Un médico no suele preguntarle a sus pacientes de qué forma son sus heces. Sin embargo, para Xevi Verdaguer es la primera cuestión a la hora de diagnosticar una enfermedad.

Qué pensarías si nada más entrar en la consulta de un médico, este te preguntase qué tal defecas? Lo primero, que te has equivocado de sala (quizá también de hospital); y lo segundo, que quién es ese chiflado. Pero no, ni el médico esta loco ni tú te has equivocado de consulta. A menos que hayas ido a ver a Xevi Verdaguer. Estudió Fisioterapia, Posturología y Psiconeuroinmunología, un tipo de medicina integradora –incluye alimentación, la actividad física, el sistema hormonal, el sistema intestinal y la salud emocional– que explora cómo la salud emocional puede afectar a los sistemas de regulación de nuestro cuerpo – como es el caso de las digestiones– predisponiéndonos a enfermedades. A través de ella es posible conocer cómo es la relación entre nuestro sistema nervioso central y el organismo; y de qué forma algunos alimentos, como es el caso de los fermentados y los probióticos (como el famoso kéfir), pueden ayudar a disminuir, por ejemplo, una depresión.

¿Alguna vez has oído hablar del segundo cerebro? Pues es así como Verdaguer denomina al aparato digestivo. En él tenemos unos treinta millones de bacterias sanas que se comunican constantemente con el cerebro por diferentes vías: neural, inmune y endocrina. Su actividad tiene una gran repercusión en nuestra personalidad o humor, pero, sobre todo, en las emociones. De ahí que te pregunte por las heces nada más verte.

“Cuando una persona me dice que se siente deprimida, sin energía o que no consigue adelgazar siempre le pregunto si está seguro de ir bien al baño. La forma de las heces me informan de la salud del paciente y, en definitiva, de lo que está ocurriendo en su cerebro”, comenta. No es habitual encontrar a especialistas que hablen con tanta naturalidad de excrementos, pero ¿no observamos los de los bebés con detenimiento para saber si están bien? Pues lo mismo ocurre en la consulta de Xevi. Sus pacientes no siempre presentan el mismo tipo de enfermedad, pero es cierto que muchos acuden con un importante exceso de hormonas (principalmente estrógenos) y neurotransmisores como la histamina y serotonina, que provocan depresión, ansiedad, migrañas y dolores menstruales, entre otros. Esto, evidentemente, se puede corregir. El problema es que tendemos a hacerlo con ibuprofenos y listo. Y esa no es la solución.

“Recomendamos reducir o evitar los azúcares refinados y productos procesados, el alcohol, cambiar los hidratos de carbono refinados por los integrales y equilibrar las proteínas animales con las vegetales. Ahora bien, con estudios genéticos y análisis específicos siempre será más fácil pautar tratamientos personalizados”. Está claro que no hay una ninguna dieta mágica que evite los problemas de por vida, pero si somos lo que comemos… hay que asegurarse de hacerlo bien. Y, sobre todo, cuidar tu segundo cerebro. Tu mente y tu cuerpo lo agradecerán.