De un bar de copas a una casa de comidas que servirá una propuesta castiza y desenfadada del aperitivo hasta la cena. Clavel se renueva bajo el tejado de Casa Clavel, con el que actualiza su imagen y su carta para seguir latiendo como punto de encuentro intergeneracional.


La tradición se funde con la modernidad en este nuevo espacio gastronómico en el que poder comer muy bien desde el centro de la capital. En medio de un ambiente distendido e informal, los comensales podrán degustar su carta recién estrenada que apuesta por la cocina fresca elaborada con productos de máxima calidad, junto a una cuidada selección de vinos y cócteles.
Un tributo a lo castizo
Para abrir boca, desde el restaurante proponen entrantes como unas gildas de anchoa o boquerón o la ensaladilla rusa con gambas y mejillón; también servida sobre pan crujiente en forma de una marinera con anchoa. La secuencia continúa con el pilar de su propuesta: una curada selección de embutidos y quesos procedentes de La Charcutería de Octavio, y sus bodegones de paleta ibérica, cecina de vaca o butifarra blanca con setas.


Como platos principales, los sándwiches son los grandes imprescindibles en versiones originales como el mixto trufado con pan brioche, lacón ahumado, tartufata, havarti y queso Raclette; o el de Carrillera Ibérica, con encurtidos caseros, mayonesa de kimchi y hierbas frescas en pan de hogaza de masa madre. Para los que lo prefieran vegetal, siempre podrán pedir el de escalivada, apenade de tomate seco, encurtidos, espinacas y queso Havarti.


El maridaje en Casa Clavel es esencial. Y por ello, propone una carta de vinos muy diversa y cuidada con un enfoque especial en referencias naturales y en pequeños productores nacionales. Entre ellas destacan referencias de bodegas muy actuales como Mas Candí, La Nave de los Locos o La Natural. Como buen bar castizo, los vermuts tampoco podían faltar con un toque de gin y pomelo, junto al spritz, la famosa mezcalita, el pisco sour o la paloma con la que satisfacer todos los paladares por igual.