Planes

El creador de Mixellany nos da las claves para beber y vivir a lo grande

No tuvo elección. Su afán por probar y oler le llevó, con tan solo seis años, a beber su primera copa de vino. ¿La curiosidad mató al gato? No, la curiosidad dio vida a Jared Brown, uno de los mayores referentes en el mundo de la coctelería. Es autor de más treinta libros que van desde una oda al vermut (A Guide to Vermouths and Other Aperitifs) a una alabanza al Dry Martini (Shaken not Stirred), y es cofundador junto a su esposa, Anistatia Miller, de Mixellany Limited. “A los diez años leí en un libro que los colonos americanos habían hecho una sencilla destilación a partir de sidra, pero no había sidra disponible en los EE UU en esa época, así que empecé a elaborarla para luego destilarla”. Sentado en un enorme sofá de cuero y vestido como un auténtico dandy del licor, puede parecer, así a lo lejos, el magnífico Gran Lebowski… pero no. Aunque tiene un aire a personaje de película de los Coen, a este hombre le sobra el estilo y nunca se declararía fan de un solo cóctel, sea ruso o sea blanco. Tampoco todo ha sido alcohol para el maestro, porque el buen comer no se le ha resistido. “Estudié y entrené para convertirme en chef. Tengo un amplio recorrido culinario y he pasado por absolutamente todos los oficios dentro de una cocina”. Lo que se propone lo borda, y reseñar entre 800 y 900 restaurantes, incluyendo sus bares, claro está, no le es una tarea desconocida.

Más allá del gin tonic

España ha adoptado al gin tonic como hijo predilecto del mundo de los destilados, y es por ello que Jared se sentó frente a nosotros como jurado de The Gin Collection Contest hace unos mese. ¿Qué busca para escoger un ganador? Como en todo lo que bebe: “La absoluta perfección”. Este combinado ha encontrado un lugar estable en la tradición española de la sobremesa, pero los cócteles aún se resisten. Y, aunque vayan lento, son cada vez menos esos grandes (e irresistibles) desconocidos. Quizás el error está, apunta Jared, en que se da por hecho que “un cóctel solo se bebe entre horas. Creo que cualquier combinado puede introducirse en una comida tanto como el vino, incluso mejor. Si el vino no es el adecuado, ¿que se hace? ¿Abrir otra botella? Un cóctel, en cambio, siempre puede encontrar la perfección a partir de un pequeño desajuste”. Así de sencillo lo ve Mr. Brown. “Si el plato tiene un componente cítrico, le quitaría parte de ello y elaboraría un cóctel que diera la impresión de tener mucho cítrico”. En el otro lado de la moneda están los bares y su escasez de cocina. Un soberbio Negroni puede tomarse solo, sí, pero si te lanzas a tomarte tres más o a mezclarlos con la osadía de probar el Gimlet de la casa o tras un Bloody Mary de mezcal, seguramente acabes bastante perjudicado. “Muchos bares no entienden lo esencial que es servir comida. Si no sirves comida, los clientes se irán a buscarla a otro sitio. Además de que se pierde la experiencia organoléptica al no mezclar comida y bebida a la vez”. Antes de despedirse, asegura que no cree que haya un cóctel perfecto para toda ocasión, pero sí uno para cada ocasión. Entonces, ¿qué se tomaría con esta entrevista? “Un Bloody Mary de ginebra; o sea, un Red Snapper”.