Dani García es uno de los grandes referentes culinarios de nuestra generación, y, como tal, formó parte del elenco de la primera edición de ‘Culinary Icons’. Un evento gastronómico solidario celebrado el 2 de junio en Puente Romano Marbella en el que el chef malagueño compartió escenario con algunos de sus ídolos, Nobu Matsuhisa e Izu Ani.
En el show cooking, cada uno de ellos se encargó de reinterpretar uno o dos platos con el atún salvaje de Almadraba como protagonista. El maestro Nobu Matsuhisa inició la secuencia con un nigiri -y nos enseñó a degustarlo de la manera correcta-, junto a un maki de atún con caviar; mientras Izu Ani sorprendió con un refinado tataki de atún con trufa, y un original cucurucho de tartar de atún con caviar, dividido en capas. Finalmente, Dani cerraría el menú colectivo con una parpatana de atún sobre puré de apionabo, reinterpretada bajo la visión andaluza contemporánea que le define. De Andalucía al mundo.

Tras acabar la primera edición de ‘Culinary Icons’, le preguntamos a Dani qué había significado para él compartir este hito con dos grandes iconos de la alta cocina mundial. Su respuesta estuvo basada en la admiración: “Ha sido un auténtico honor y una experiencia profundamente emocional. Desde muy joven he admirado a Nobu, me obsesionaba su capacidad de llevar la cocina japonesa al mercado occidental con una maestría única. Me declaro -y siempre lo he hecho- fan absoluto. Tanto que en su día le rendimos homenaje en Dani García Restaurante con un menú que aún recuerdo como uno de los más especiales de mi carrera. ¿Cómo crees que me puedo sentir cocinando con mi ídolo? Es algo que difícilmente se puede explicar con palabras. Y con Izu, ha sido igual de enriquecedor: su cocina tiene una sensibilidad mediterránea elegante, con una visión contemporánea que respeto profundamente.”
El fanatismo que siente lo atraviesa todo, desde la figura y su influencia hasta sus obras culinarias, de las que destaca algunas. “De Nobu no puedo elegir solo una. Hay que entender que sus platos han sido -y siguen siendo- copiados en todo el mundo. El black cod miso, el new style sashimi o el rock shrimp con spicy cream no son solo recetas: son iconos de una revolución. Y de Izu, me quedo con su pasta con bogavante. Tiene ese punto adictivo que te hace volver una y otra vez. Cocinas diferentes, pero con un mismo impacto global.”
La nueva era de Leña
El resort en el que los chefs protagonizaron el «a 6 manos», es también una de las casas de Dani. En Puente Romano, el malagueño consiguió tres estrellas Michelin con DG Restaurante, para después culminar con Leña, uno de sus proyectos más exitosos en el que experimentar el verdadero arte de las brasas.
El restaurante «del fuego» se encuentra ahora mismo en plena fase de transformación, presentando una serie de cambios que acabarán de elevar su status a nivel global. Así lo expresa Dani: “La nueva etapa de Leña es una evolución natural. Ampliamos espacio, pero sobre todo ampliamos ambición. Queremos que Leña se consolide como una gran marca internacional, capaz de estar al lado de nombres como Gaia, Nobu, Cipriani o Coya. Con más cocina vista, más narrativa en torno al fuego y una experiencia aún más envolvente. No se trata solo de un restaurante, sino de crear una identidad que pueda viajar por el mundo con la misma fuerza.“
Porque para Dani García la reinvención es un mantra que puede verse reflejado en todos sus proyectos individuales y colectivos. Actualmente, dirige más de 20 restaurantes repartidos por todo el mundo, de los cuales, existe uno que le representa más en su era actual. “Cada proyecto refleja una parte de mí, pero si tuviera que elegir uno que conecte con mi momento actual, sería Smoked Room. Es introspectivo, esencial, puro. Cocina con alma, sin adornos, donde el fuego y el producto hablan por sí solos. Me siento muy identificado con ese equilibrio entre técnica, emoción y silencio.”
En cuanto a colaboraciones futuras, la leyenda culinaria se «abre siempre a explorar nuevos caminos», tal y como llevó a cabo recientemente interviniendo en el universo fast food de Pink’s. “La colaboración con Pink’s fue un juego bonito entre tradición y cultura pop. Me gusta la idea de mezclar códigos, de encontrar puntos de encuentro entre mundos que, en teoría, no se tocan. Si surgen más uniones, serán porque cuentan algo, porque sorprenden, porque tienen sentido. No hay nada más emocionante que romper moldes cuando hay una historia detrás.”
La entrevista la cerramos hablando de los sueños. De si existía alguno que le quedaba por cumplir dentro y fuera de la gastronomía. “Muchos, sin duda. Pero también siento que, cerca ya de los 50, empiezo a tener muy claro qué quiero y qué no. Y probablemente, justo por eso, mis sueños se empiecen a cumplir. El que más deseo ahora se llama simplemente: libertad. Libertad para crear, para elegir, para disfrutar, y para hacer las cosas desde un lugar aún más personal.”