Quien haya visto Five easy pieces (1970), título robado de una composición de Stravinsky (y traducido al castellano con el sin sal Mi vida es mi vida), recordará el filme por ese monumental atasco –salida 43 de Shatter-Wasco, California– en el que Bobby (Jack Nicholson), por aquello de aligerar el rato, se marca un solo de piano subido a un camión. O quizá por esa chupa granate y esas camisas vaqueras de pocero sin ambición que no pueden ser más wow. Incluso por esas lágrimas de chica cocodrilo, de perfecta novia con mohín a juego, que se marca Rayette (Karen Black) porque a ver, nadie dijo que Bobby fuera un tipo fácil. Pero el festín de risas, el banquete total, llega cuando la a ratos feliz pareja se sienta en un diner igualito que los diner con los que sueñas cuando lo haces en technicolor. Es entonces cuando él, hambriento pero selectivo, pide una tortilla con tomates en vez de patatas y una tostada de pan de trigo. “No se admiten cambios –replica la camarera–; limítese a lo que hay en el menú”. Tras un punzante tira y afloja, Bobby accede: “Ok, se lo pondré fácil. Quiero una tortilla. Sola. Y un sándwich de pollo en pan de trigo. Sin mayonesa, sin mantequilla, sin lechuga. Y una taza de café”. Ella anota: “Un número dos. Sándwich de pollo sin mantequilla ni lechuga ni mayonesa. Y un café”. Bobby respira aliviado: “Yeah. Ahora lo único que tienes que hacer es tirar el pollo, traerme el pan y cobrarme el sándwich completo. Así no habremos roto ninguna norma”. “¿Cómo? ¿Quiere que tire el pollo?”, se escandaliza ella. “No. Quiero que te lo encajes entre las rodillas”, responde (ceja levantadísima) Bobby. Aunque eh, igual esto lo dijo Jack. El puto amo. Yeah.
En Busca de la Tostada Perfecta: Tony Naylor, crítico
gastronómico de ‘The Guardian’, dedicó casi 2.000 palabras a tan básica receta. Resumido sería: pan fresco, corte de no más de 2,5 cm, siempre mantequilla y nunca tostadora, sino parrilla.