Ayer, Forbes House se transformó en el epicentro de la celebración del décimo aniversario de Tapas Magazine. Pese a la lluvia, el ambiente fue inequívocamente festivo: una noche de brindis, conversaciones cruzadas y complicidad entre invitados de primer nivel del mundo de la gastronomía, la cultura, la empresa y la comunicación. Una década después de su nacimiento, Tapas celebró no solo su trayectoria, sino su posición como punto de encuentro de una comunidad influyente y diversa.
Entre los asistentes se respiraba prestigio y cercanía. Editores, chefs, creativos, empresarios y prescriptores compartieron una velada que combinó celebración, reflexión y disfrute, en coherencia con el espíritu de la revista. La noche contó con el respaldo de una cuidada selección de patrocinadores que acompañaron el aniversario: Cámara de Comercio de Ceuta, Supermercados Ahorramas, Cervezas Polar, The Brooklyn Town, Bodegas Borsao, Peugeot, Fontvella, Pan Cristalino de Europastry, Caviar Riofrío, Cinco Jota, Primark, Grupo Miguel Vergara, The Botanist, Café Dromedario y Bollo Natural Fruit.
La música acompañó la velada con una selección de DJ, Perlas, que marcó el pulso de la noche, creando una atmósfera elegante y dinámica que invitó tanto a la conversación como a la celebración, y terminó de consolidar el carácter festivo y contemporáneo del décimo aniversario de Tapas Magazine.
El momento central llegó con las palabras de Andrés Rodríguez, fundador y director de Tapas, que habló desde la emoción, el humor y la memoria. Recordó el origen del proyecto como una revista “nacida desde Madrid para el mundo, sin complejos”, y evocó cómo Ferran Adrià fue la primera persona a la que le contó la idea. “Pensé que Ferran me diría que no la hiciera, y fue todo lo contrario: desde el primer segundo me dijo que era una buena idea y me dio uno de esos consejos que siempre van por delante”.
Andrés Rodríguez subrayó que Tapas nunca quiso ser una publicación solo para foodies, sino “una revista grande, porque los que comemos y bebemos somos todos”. Reivindicó hitos como el Premio Nacional de Gastronomía, la entrada en academias gastronómicas, la creación de Las T de Oro para apoyar a nuevos talentos. Mirando al futuro, lanzó dos compromisos claros: trabajar para que las tapas sean reconocidas como patrimonio inmaterial de la humanidad y presentó el proyecto que está en marcha: Ñan Ñam Festival, un gran festival gastronómico callejero en Madrid. Cerró su intervención con un agradecimiento directo a Adrià “por no tirarme la idea” y una frase que sintetizó el espíritu de la noche y de la revista: “Aún tenemos hambre”.
A continuación, Ferran Adrià tomó la palabra para situar el proyecto Tapas en un contexto más amplio. Rechazó la idea de que su presencia fuera solo por amistad y defendió la revista como un espacio necesario: bien escrito, informal y alejado de la crítica clásica. “Hay un agujero que faltaba llenar, y lo han hecho”, afirmó, destacando que Tapas habla de la risa, de la cultura y de todo lo que rodea a la gastronomía.
Adrià puso el acento en la relevancia económica y estratégica del sector: “Si mañana dejaran de cocinar todos los cocineros y cocineras de España, caería un porcentaje enorme del turismo y del PIB”. Reivindicó la gastronomía como industria clave, criticó la falta de estructuras de apoyo al talento y defendió la necesidad de educación empresarial, becas y planes a largo plazo. “El talento no está ligado al dinero. El talento es talento”, señaló, insistiendo en que la comunicación no es un gasto, sino una inversión imprescindible para que el país crea en sí mismo y explique lo que es.
La celebración de los 10 años de Tapas fue, así, algo más que una fiesta: una declaración de intenciones. Entre lluvia, brindis y complicidad, quedó claro que el proyecto mira hacia adelante con ambición, conciencia cultural y, como recordó su director, con hambre de mucho más.