El auge del licor de autor

Cada vez es más patente la aparición de pequeñas destilerías por todo EE.UU, una tendencia que podría exportarse pronto.

Que tiemblen las cervezas artesanales del mundo. En EE UU, su imperio está a punto de ser sacudido por la llegada de un viejo competidor, el licor destilado con mimo en pequeñas cantidades, hijo de decenas de destilerías independientes que se han ido multiplicando por la fisonomía norteamericana a lo largo de los últimos años. El último recuento de destilerías artesanales activas estadounidenses llegaba a 1.315, lejos aún del total de 4.200 microcervecerías registradas pero con un aumento en volumen de producción de las primeras que alcanzó el 27,4% entre 2015 y 2016. La industria no había visto tal entusiasmo por los licores desde los tiempos de la Ley Seca, y quienes están detrás de este resurgir vienen con una pasión renovada, más cercana a los productores de grano y al propio consumidor final, con el deseo de crear un sabor único y acorde al paladar joven.

Entre los mejores especialistas del género en cantidades reducidas, St. George Spirits, en California, lleva ya 32 años destilando mezclas con sabor a la costa oeste; Koval Distillery fue la primera en Chicago antes incluso de la irrupción de la Ley Seca; Clear Creek, en Portland, Oregón, produce con orgullo Williams Pear Brandy, uno de los mejores licores del mundo; y Kings County Distillery, en Brooklyn (Nueva York), incluye entre sus creaciones de alambique la publicación de una guía para hacer whisky casero. En lo que respecta a lo que viene, en Asbury Park, (Nueva Jersey), acaban de abrirse las puertas de Asbury Park Distilling, un proyecto que ha tardado casi tres años en fraguar pero que ha irrumpido con gran apoyo de la comunidad en el pueblo costero. Zack Ohebshalom, al pie del cañón de la primera destilería en abrir en esta ciudad en décadas, encontró su pasión por los licores lejos de Nueva Jersey, agachado entre las cepas de Emilio Moro.

“Aunque me gradué en una escuela de negocios siempre había tenido interés en la agricultura, y fue a través de ella como me enamoré de ver el proceso por el que una semilla que crece en la tierra se convierte en un líquido que te puede emborrachar”. Ohebshalom explica cómo participó en varias cosechas en California, para después viajar a la Ribera del Duero, al norte de Valladolid. “Recuerdo aquella topografía única, y el salir a comer en España, para después gozar de un gin tonic. Aquello era algo que nunca antes había experimentado”.

“Desde el momento en que decidí poner en marcha Asbury Park Distilling, sabía que quería traer a Nueva Jersey la forma de disfrutar de un cóctel de España. Su presentación en una copa de balón, acompañado por frutas frescas, es algo que no se hace aquí y quiero compartir”, asegura.

El equipo de Asbury Park Distilling se completa con varios inversores y un joven maestro destilador procedente del sur del Estado, William Tambussi, que comenzó haciendo cerveza en su casa hace años y terminó estudiando un master de elaboración de cerveza y destilado de licores en Edimburgo. Rodeando la joya de la destilería, un enorme alambique de cobre hecho a mano en Alemania, Tambussi explica el sabor que busca para su gin: “Algo suave, de notas afrutadas y con tonos dulces de naranja y limón”.

Para el whisky de la casa, Asbury Park Distilling utiliza ya maíz que proviene de granjas cercanas. “No es que queramos ser una etiqueta orgánica, pero sí estar lo más cerca posible de la comunidad en todos los sentidos, incluyendo utilizar proveedores de nuestro entorno”.

El edificio de Asbury Park Distilling, un antiguo bloque de ladrillo que
ahora da cabida también a una popular cervecería alemana, ha sufrido un lavado de cara excepcional. Los miembros del equipo quieren que todo el proceso esté al alcance del consumidor, que puede sentarse en su pequeña terraza a degustar un Cosmopolitan, optar por la barra interior tras cuya cristalera se puede observar todo el proceso de transformación del maíz en líquido alcohólico, o bien llevarse una botella de su sabor favorito a casa.