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Así es la peligrosa forma de hacer mochis, la típica golosina japonesa

Los mochis son una golosina japonesa, una bolita dulce, suave y masticable, quizá lo hayas probado alguna vez... pero nunca esperarías que se hagan de esta forma.

Todos los japoneses la adoran. Hacen cola delante de las tiendas para llevárselas a casa, para tomarlas en el momento o para regalarlas a sus seres queridos. Los mochis son las golosinas que triunfan en Japón. Puede ser que alguna vez las hayas visto en persona o por televisión, o que que quizá hayas oído hablar de ellas; puede ser que incluso las hayas probado… Pero lo que es más probable es que no conozcas cómo se hacen. Este es el peligroso arte de hacer mochis.

Se necesita poco. El principal ingrediente es el mochigome, un tipo de arroz pegajoso y característicamente dulce. Se hace al vapor, por lo que es indispensable añadirle algo de agua. Y por dentro, puedes encontrarlo relleno de muchas cosas, lo más habitual es el anko, una pasta de judías rojas que es dulce.

El resultado es una bolita dulce, suave y masticable. Cada vez que alguien se lleva a la boca un mochi, estira la golosina como si se tratara de una masa poco hecha. Su sabor no es nada parecido a los típicos dulces españoles. De hecho, es normal que las personas que lo toma por primera vez se sorprendan por el sabor tan característico de estas golosinas.

Para hacerlo, se golpea la masa formada por el arroz durante dos minutos, con rapidez. Hay muchas formas de hacerlo, la tradicional es que una persona golpee con un mazo y otra esté amasando. De modo que los golpes con la herramienta se vayan intercalando varias veces por segundo con el amasado de una forma hipnótica y casi peligrosa, sobre todo para el que mete la mano entre los golpes de la maza.

Después de un par de minutos de amasado y golpeo, que recibe el nombre de mochi-tsuki, los mochis están listos. Los movimientos se hacen a mucha velocidad, por eso, aunque la masa solo sea golpeada dos minutos, recibe mucho amasado.

Los expertos artesanos utilizan los gritos para poder coordinarse y evitar golpearse, sobre todo, la maza a la mano. Requiere además de mucha confianza entre el que introduce la mano y el que golpea.