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Carbone vs. Rao’s: la batalla multimillonaria que está transformando la salsa para pasta

Quizás por eso habla de la salsa de tomate con la misma pasión que otros reservan para el vino o el café.

En una mesa discreta del famoso restaurante Carbone en Nueva York, Eric Skae hace una pausa mientras le sirven un rigatoni con vodka picante… A muchos les parecerá extraño, pero el gesto no es casualidad: es un recordatorio del producto que hoy marca su vida. A los 61 años, este veterano de la industria alimentaria no solo dirige Carbone Fine Food, la división de salsas envasadas de la cadena, sino que también libra una batalla personal por conquistar el pasillo de las pastas en los supermercados.

“Me obsesiona esta marca”, confiesa. “Pienso en ella todos los días: cómo crecer, cómo mejorar, hasta dónde podemos llegar”.

Y no exagera. Bajo su liderazgo, Carbone Fine Food se ha convertido en la marca de salsa para pasta de más rápido crecimiento en Estados Unidos. Sus frascos que van de los 7 a los 11 dólares prometen algo más que una cena rápida: ofrecen la posibilidad de llevar a casa un pedacito del glamour de Greenwich Village. Lo que antes era un lujo de cientos de dólares por persona en un restaurante, ahora se democratiza en un frasco de vidrio.

Una rivalidad que sabe a tomate

La historia tiene un giro casi cinematográfico: antes de impulsar Carbone, Skae fue el cerebro detrás de Rao’s, la marca que hoy lidera el segmento premium con más de mil millones de dólares en ventas. Fue él quien negoció su venta en 2017 y quien vio de cerca cómo la firma se convirtió en un fenómeno cultural. Ahora, desde el otro lado del ring, busca superar al mismo gigante que ayudó a consolidar.

“Soy yo contra Rao’s”, dice con naturalidad, aunque sin rencor. “Ambos estamos empujando esta categoría hacia arriba. Y eso beneficia a todos”.

Mientras Rao’s domina con una presencia en casi una cuarta parte de los hogares estadounidenses, Carbone apenas roza el 3 %. Pero ese número crece mes a mes: 154.000 familias nuevas prueban sus salsas cada mes. La fe de Skae es simple: “Llegaremos al número uno. No tengo duda”.

La receta del crecimiento

El ascenso no ha sido fácil. Ganarse espacio en los estantes donde compiten más de 500 marcas y 4.000 millones de dólares en ventas anuales fue un reto enorme. Sin embargo, una combinación de persistencia, calidad y storytelling convirtió a Carbone en una opción deseada tanto por Whole Foods como por cadenas más tradicionales.

Hoy, sus 18 variedades van desde la clásica arrabiata hasta ediciones limitadas con trufa o limón pimienta. El futuro promete aún más: salsas listas para cocinar con pollo, carne o pescado, diseñadas para simplificar cenas caseras sin sacrificar el sabor gourmet.

Aun así, el éxito tiene un precio: el negocio todavía no es rentable. Skae lo asume sin rodeos: “Estoy reinvirtiendo cada dólar en crecer. Ahora no pienso en beneficios, pienso en futuro”.

Más que negocios: una historia de vida

La trayectoria de Eric Skae es la de alguien que siempre apostó por el trabajo duro. Nacido en el Bronx, mayor de siete hermanos, comenzó a trabajar a los 11 años como caddie de golf. Más tarde pasó por gigantes como Arizona Iced Tea, Monster y Naked Juice, siempre con un instinto especial para detectar oportunidades en el consumo masivo.

Quizás por eso habla de la salsa de tomate con la misma pasión que otros reservan para el vino o el café. Para él, no es solo un frasco en el estante: es el vehículo para que más gente viva la experiencia de Carbone en su mesa, sin importar si están en Nueva York, Miami o cualquier otro rincón del mundo.

Una batalla que apenas comienza

La “guerra de la salsa roja” no es solo un choque de marcas: es un reflejo de cómo los consumidores han cambiado. Hoy se busca calidad, autenticidad y un toque aspiracional incluso en algo tan cotidiano como un plato de pasta. Carbone quiere ser esa nueva referencia, la que represente no solo el sabor italiano, (o al menos intentar acercarse a ese sabor) sino también la idea de disfrutar con estilo en casa. Rao’s, con décadas de historia, no cede fácilmente.

Pero si algo tiene claro Skae es que el juego apenas empieza:
“Esto no se trata de mirar atrás, sino de mirar al frente. Y yo solo tengo un objetivo: llegar a la cima”.