Es curiosa la relativa percepción del tiempo, que unas veces parece estirarse como un chicle y otras, sin embargo, deslizarse muy lentamente. Algo que no tiene que ver con el disfrute, la felicidad o la atención, es, más bien, la intensidad o la percepción de lo vivido. Es el valor de la atención en el presente y en las emociones que cada instante nos regala. Es transformar lo extraordinario en eterno y respetar el tiempo y su maestría, como defienden en Martín Códax desde hace 40 años para plasmarlo en su último lanzamiento que celebra décadas de trabajo consciente.
Concebido como un artículo exclusivo que enaltece la calma, la serenidad, el origen y la belleza pausada, Martín Códax 85 nace como un espumoso gallego de edición limitada que ha necesitado 85 meses de crianza en rima para ser lo que es: la mejor versión de un vino atlántico y poético. Elaborado con uva albariño, el principal varietal de las Rías Baixas, se convierte así en el mejor acompañamiento de conversaciones profundas, tardes ligeras, silencios honestos y recuerdos amables.


Asentados desde hace cuatro décadas en el corazón del Val do Salnés, en Martín Códax llevan el ritmo natural impregnado en cada paso, ya que es el mar quien inspira y condiciona cada movimiento. Por este motivo, fruto de la observación y el aprendizaje, el trabajo que se realiza en esta bodega es respetuoso con el entorno, pausado y paciente; cada movimiento se hace con intención y atención plena. Luego, la fuerza del Atlántico se siente en la copa a través de un baile de profundidad y refinamiento, como son, en el caso de Martín Códax 85, los matices a panadería fina, notas cítricas y fondo salino. También lo hace en el diseño de la botella, que es limpio, sobrio y elegante para transformar el encuentro en la mesa.
Después, lo que queda es un rastro de descubrimiento y la sensación de que, aunque en su elaboración hay técnica y mucho conocimiento, lo que permanece es la magia del momento; la belleza de lo esencial, de lo que perdura. Porque, acostumbrados al apremio, lo que este espumoso viene a recordarnos es que lo importante no siempre llega pronto, pero sí a su debido momento. En la espera está la respuesta. ¿Y no es acaso ese el verdadero lujo?