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Los medios aluden a una especie de justicia poética para Pedro Almodóvar a colación de su último hito, recibir un León de Oro por su primera obra en inglés ‘La habitación de al lado’; tras una ovación infinita de palmas perfectamente sincronizadas por parte del público. Un eco que continuará resonando para siempre ya no sólo en la historia del cine español, sino también en el panorama internacional.
La obra cinematográfica de Almodóvar está orbitada por un colectivo de devotos que adoran desde su espíritu castizo o su estética kitsch hasta el dramatismo, la redención o la libertad de la época que proyectan. Dentro de todas esas secuencias, la gastronomía, sobre todo manchega, acaba de enfatizar la narrativa de sus películas que beben del revolucionario movimiento cultural del Madrid de la Transición bajo una visión moderna de la sociedad española.
Costumbrismo pop
Pedro Almodóvar proyecta ese universo cinematográfico de costumbrismo pop en cocinas, restaurantes o enclaves culinarios en los que las mujeres reclaman sus derechos, mientras comparten sus secretos más oscuros. Espacios en los que se despliegan grandes banquetes de comida española con platos regionales o castizos que han contribuido a su internacionalización, debido a la trascendencia cultural del cineasta a nivel mundial.
Desde el bacalao al pil pil que Carmen Maura le prepara a Bom en ‘Pepi, Luci, Bom y otras chicas del montón’ (1980), hasta el pisto manchego de Victoria Abril en ‘Átame’ o el ‘choricillo’ que ofrece Peter Coyote en ‘Kika’; junto a otras elaboraciones como tortillas, calamares, pimientos o flanes. Un menú cañí que incluye asimismo postres como los barquillos y las rosquillas que les deja la Tía Paula (Chus Lampreave, de nuevo) a Sole (Lola Dueñas) y Raimunda (Penélope Cruz) en ‘Volver’.
Crímenes y horror
La cocina se convierte en el contexto simbólico en el que se desarrollan parte de las grandes tramas de su filmografía. En un escenario en el que se llevan a cabo sórdidas escenas de crímenes o intoxicaciones como en ‘Mujeres al borde de un ataque de nervios’. El mítico gazpacho de Pepa se proyecta como el eje de la acción que gira en torno a la pregunta por parte de la policía: ¿Qué tiene este gazpacho? ‘Tomate, pepino, pimiento, cebolla, una puntita de ajo, aceite, sal, vinagre, pan rallado y agua’. ¿El ingrediente secreto? grandes dosis de Valium que acaba consumiendo Rossy de Palma en la película.
Más allá de representarse la comida como arma, la muerte también se ilustra en la cocina. En ‘Volver’, Raimunda acabará asesinando con un cuchillo a su marido por su condición de maltratador y violador. La cocina se llena de sangre y violencia.
Las magdalenas se presentan asimismo como un símbolo del horror cotidiano de Gloria en ‘¿Qué he hecho yo para merecer esto!'(1984). Aquí, la comida se convierte en otro reflejo más del infierno doméstico que experimenta, así como de la brecha que separa a las clases sociales.
Amor
En las historias de Almodóvar, el afecto familiar se expresa muchas veces a través de la comida. La gastronomía se canaliza como un acto afectivo en torno a la cocina o la mesa, sobre todo por parte de las madres o las mujeres que habitan y empoderan sus historias.
Ese afecto con la comida lo proyectan personajes como Chus Lampreave en ‘La flor de mi secreto’, o Manuela en ‘Todo sobre mi madre’. También lo hacen las protagonistas de Volver: ‘Mañana os voy a poner de comida que os vais a caer de culo’. Su tortilla de patatas es una muestra de ello. En ‘Todo sobre mi madre’, la cocina también es el espacio sagrado en el que se transmite el amor.
El desayuno
En el cine de Pedro, desayuno es el ritual culinario por antonomasia. En ‘Kika’, Rossy de Palma expresa a Paul Bazo: ‘tu arrebaña todo lo que puedas’, reflejando la importancia que el director le ofrece.
Mientras tanto, en ‘Átame’, Ricky (Antonio Banderas) se asegura que la chica que acaba de secuestrar desayune, a pesar de la violencia suspendida en la escena. Ese rol se transforma en un papel sanador en ‘Los abrazos rotos’. Tras una noche de confesiones, por la mañana Diego (Tamar Novas) sirve zumo de naranja, tortilla española y café para reconectar espiritualmente con su madre (Blanca Portillo). ‘Hay que empezar bien el día’, concluye él, antes de recibir otra confesión.