Kathleen Ryan es conocida por haber creado un inmenso bodegón de frutas podridas creadas con gemas y cuentas colocadas a mano. Con motivo de su primera exposición en la galería londinense Gagosian, hablamos de la obra de la artista contemporánea y de su fijación por transformar el deterioro en belleza.

Desde cerezas hasta limones o calabazas gigantes, Ryan revierte su descomposición para que las frutas y verduras brillen con piedras preciosas que forman parte de toda una composición artística que pretende hacernos reflexionar acerca del consumo, el deseo y los excesos. Sus piezas trascienden así el arte para conectar con el público a través del arte contemplativo, y lanzar una metáfora de los efectos del consumo humano, y la relación entre la fragilidad de la vida y la naturaleza.

Para llevar a cabo cada una de las esculturas, la artista usa espuma de poliestireno de base sobre la que talla, pinta, coloca y yuxtapone otros materiales como el mármol tallado o el hierro fundido con intrincadas piedras en colores vibrantes incrustadas con alfileres de acero.