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La comida como símbolo de deseo en ‘Challengers’

Cómo la gastronomía estimula la libido de los personajes en el nuevo filme de Luca Guadagnino.

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En la obra de Luca Guadagnino, la estética visual se convierte en un elemento esencial de su narrativa diseñada meticulosamente al detalle, que acaba de intensificar a través de imágenes sensoriales repletas de simbolismos.

En toda esa representación, la comida adquiere un rol esencial. Se presenta como una poderosa vía de expresión con la que el director de culto contemporáneo glorifica la trama de la película, insertándola en ese ‘desafío’ y/o diálogo constante entre el amor, la moda, el cine y el erotismo.

A través de la película ‘Challengers’, protagonizada por Zendaya, Mike Faist y Josh O’Connor, podemos ver cómo el director explora una vez más la eterna conexión entre el amor y la gastronomía. Una retroalimentación constante con la que representa la fantasía de sus personajes, suspendida entre la venganza y el despertar sexual. El acto de comer adquiere así un trasfondo y/o un nuevo significado en esta historia moderna que aborda una nueva versión del triángulo amoroso dentro del competitivo mundo del tenis profesional.

En ella, el cineasta italiano alimenta las secuencias culinarias de erotismo, deseo y luchas internas entre personajes como Art y Patrick; las cuales se incorporan al gran bufé audiovisual de ‘DESAFIANTES‘ en el que deslumbran una serie de alimentos asociados a momentos clave de la película.

Churros

En el partido dirigido por Luca Guadagnino, se sucede una secuencia mítica en la que los protagonistas meriendan churros en una cafetería de Stanford. Un momento en el que, a pesar de no ocurrir nada explícito, se proyecta en un primer plano el deseo desenfrenado de sus personajes de besarse; mientras juegan con fuego a ponerse azúcar en la mejilla, y a quitársela con sensibilidad. Esta escena -que ha cautivado al público y a internet- concluye cuando finalmente comparten un bocado del mismo churro.

Dieta deportiva

El estricto nivel de vida dictado por el campo de juego se traslada asimismo a la dieta de los protagonistas, quienes deben seguir una alimentación saludable; como Tashi Duncan (Zendaya), la cual se nutre de platos o bebidas proteicas de polvos, verduras y suplementos poco ‘sabrosos’.

Después de un año y pico de relación con Patrick Zweig, Tashi se reúne con Art para comer en el comedor de Stanford. Aunque ninguna de las dos comidas, baja en grasas, parezca especialmente apetitosa o estimulante, Art la utiliza como un telón de fondo sobre el que sembrar la desconfianza entre Tashi y Patrick, abriéndose camino en su relación monógama.

Applebee’s

Más allá de otros momentos gastronómicos como uno en los que Art y Patrick comparten unos perritos calientes tras experimentar la euforia de ganar un partido de dobles; en el menú audiovisual de la película se sirven una serie de postres o dulces como la tarta de manzana.

Cuando los protagonistas toman caminos separados, se reencuentran en un torneo en el que Tashi entrena a una de las jugadoras. Los dos se escapan a un Applebee’s para hablar de tenis, entre ellos algo a lo que el restaurante se refiere como un ‘Triple Derretimiento de Chocolate’. Su conversación se llena de suaves coqueteos y de miedo por parte de Art a la hora de admitir sus verdaderos sentimientos. Tashi le pregunta entonces directamente a Art si sigue enamorado de ella, a lo que él responde: ‘¿Quién no lo estaría?’. El postre sugiere un momento de consuelo y cariño entre ellos.

Plátanos y chicles

Mientras Art sacia su sed con electrolitos, Patrick opta por comerse un plátano de manera insinuante, masticando y sonriendo a su rival, que empieza a sudar y a ponerse nervioso, para acabar perdiendo el partido.

En este match del amor también se mastica chicle sin parar. Una ‘chuche’ que diluye asimismo una serie de connotaciones, tal y como podemos ver a través de las secuencias en las que Art los escupe en la mano de otros personajes; incluso en la de Tashi. Ya más avanzado el filme, también hará el mismo gesto con Patrick, acompañándolo de una sonrisa pícara. Un momento de tensión en el que los protagonistas están a punto de romperse, y se miran ofreciendo al público mucho que masticar.