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El Celler de Can Roca y Macallan nos enseñan a qué sabe una barrica de whisky

Hay algunas reflexiones que te vienen a la cabeza tras visitar a los Roca que pueden parecer obvias, pero no deben de serlo tanto si muchos son incapaces de cumplirlas. Por ejemplo: llegar a lo más alto requiere una enorme capacidad de trabajo. También ser capaz de mantener la (auto) exigencia. Y, por supuesto, hay que saber decir “no” si tu instinto te lo aconseja, por tentadora que sea la oferta. Todo esto viene a cuento porque este último viaje a Girona tenía como excusa conocer Into the Rare, la experiencia gastronómica que han desarrollado para The Macallan Rare Cask, al que la prestigiosa destilería escocesa destina tan solo el 1% de su producción. Joan Roca nos comentaba que ellos rechazan casi todas las propuestas que reciben, pero que aquí pocas dudas había debido a la afinidad mutua tras tres años de colaboración y el reto creativo que suponía crear madera comestible en pequeños bocados (impresionantes las sensaciones que provocaban y el modo en que aparecían las notas del whisky). Junto a tan sorprendente puesta en escena, Josep Roca nos presentaba cócteles que suponen una nueva –y refrescante– manera de acercarse a un single malt de leyenda. Un conjunto que supone el mejor modo de descubrir qué hace único a Rare Cask; no en vano, Macallan dedicó tan solo el año pasado 30 millones de libras a la renovación de barricas, normal en una casa que controla desde el inicio el proceso de siete años que convertirá las mejores maderas de roble en las botas donde envejecerá (es.themacallan.com).