Oler una serie ahora es posible con la nueva producción francesa de Carême, chef de reyes, que cuenta la historia -con pinceladas de ficción- del conocido como el pionero de la alta cocina francesa y «chef de reyes», Marie-Antoine Carême. Sus ocho capítulos se saborean a través de tres ingredientes principales, perfectamente disueltos en una suculenta y adictiva trama: la comida, el erotismo y la política.
Como dice su intérprete, Benjamin Voisin, en el propio tráiler: «La comida es lo que hace a un país, es su idioma y su arte. ”, y así ocurrió en el s.XVIII, cuando su cocina dictó los primeros conceptos de la alta cocina francesa, además de suponerle la fama del primer cocinero francés «famoso». Sus primeros episodios están disponibles en Apple TV+ desde el 30 de abril y te va a dejar salivando y con muchas ganas de más.
Esta producción dirigida por Ian Kelly trae a la actualidad a una de las figuras más curiosas de la Europa Napoleónica, quien no solo fue un maestro entre los fogones, sino un especialista político, al servir como espía para la propia corte francesa. Sobre la mesa, revelaba unas esmeradas recetas, entre las que destacan sus esculturas dulces, y los secretos de estado más indispensables. Fue chef de los nuevos ricos franceses y más exclusivos zares y príncipes. Carême brindó al plato el lujo de experimentar, de crear y de saltarse las normas escritas hasta el momento.
“La comida puede ser más elocuente que las palabras”, y cierto es que esta serie nos va a dejar sin palabras y con un gran apetito, en consecuencia de sus platos sacados de un puro lienzo neoclásico francés, sabrosos idilios amorosos y truculentas y crujientes desenlaces políticos.
El papel Carême en la cocina francesa
Marie-Antoine Carême, nacido en París a finales del siglo XVIII, es considerado uno de los primeros y más grandes cocineros franceses que siguen influyendo hasta en la gastronomía actual. Su carrera comenzó de manera forzada cuando, con solo 10 años, fue obligado por su padre a abandonar su hogar. Vagando por las calles, encontró trabajo en la cocina de una taberna –La Fricassée de Lapin– , donde adquirió experiencia práctica y desarrolló sus primeras habilidades culinarias. A los 16 años se convirtió en aprendiz de uno de los pasteleros más reconocidos de París, Chez Bailly, quien descubrió su talento y lo motivó a estudiar por su cuenta, pese a que inicialmente no sabía leer ni escribir.
Gracias a su esfuerzo autodidacta, Carême se formó en arquitectura y dibujo, conocimientos que aplicó en la cocina para crear elaborados pasteles con estructuras sofisticadas que ganaron popularidad en París. Posteriormente trabajó en importantes pastelerías, montó su propio negocio y perfeccionó su técnica durante más de diez años. Su reputación lo llevó a servir a figuras destacadas de la época, como el zar Alejandro I de Rusia, nobles británicos y aristócratas austríacos, consolidando su legado como pionero de la alta cocina.
A lo largo de su carrera culinaria, demostró la importancia que tiene la creatividad sobre los platos, destacando su presentación e incluso el diseño de las vajillas para lograr una armonía visual perfecta. En sí, fue de los primeros en proyectar la comida como una forma de arte, dando prioridad a que sus recetas “entrasen por los ojos” antes que por el paladar, a través de sus conocimientos artísticos fuera del mundo culinario.
Además, fue pionero en el estudio sistemático de las salsas en la cocina francesa con su obra L’art de la cuisine française. Rompió con prácticas culinarias excesivas como el abuso de especias o la mezcla de carnes y pescados, y promovió una alimentación más equilibrada. Defendió los potajes como entrada y se preocupó por reducir el exceso de grasas, proponiendo menús variados y más saludables.