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Tenerife, una isla con sabor a vino

Los vinos de Tenerife concentran cinco siglos de saber hacer y destacan por una personalidad única, resultado de un entorno diverso y una tierra fértil.

Los vinos tinerfeños son una de las grandes joyas aún por descubrir del Atlántico. En esta isla, la vid no es simplemente una plantación más, sino que forma parte del paisaje y la identidad de Tenerife desde hace siglos. En apenas 3.200 hectáreas -un 17% de la superficie cultivada-, la isla ofrece un mosaico de microclimas y suelos volcánicos donde las uvas crecen y se adaptan a la complejidad del territorio dando lugar a vinos que saben a tierra, mar y fuego: la esencia misma de Tenerife embotellada.

Variedades locales con Denominación de Origen

El listán negro y el listán blanco son las variedades de uva más importantes y emblemáticas de Canarias, siendo un pilar del patrimonio vitivinícola del archipiélago. Del primero surgen tintos jóvenes o de crianza con aromas a frutos negros, notas minerales y gran armonía. Del segundo, blancos frescos o dulces clásicos, con buena acidez, aromas minerales y volumen en boca. Junto a ellas, destacan también los malvasías rosados y vinos de autor que completan una oferta que se acoge bajo cinco Denominaciones de Origen: Tacoronte-Acentejo, Ycoden-Dauste-Isora, Valle de La Orotava, Valle de Güímar, Abona y la Denominación de Origen Protegida Islas Canarias.

Tradiciones que perduran

Pero lo que hace únicos a los vinos tinerfeños no sólo es su sabor, sino su modo de hacerse. En la isla el conocimiento vitivinícola es amplio, pero también lo es el cuidado de la tradición que se plasma en la conservación de técnicas que se remontan al siglo XV –siglo en el que Shakespeare, Luis de Góngora o Walter Scott citaron ya a los vinos tinerfeños en sus obras–. Los viticultores han conservado el cordón trenzado o el parral bajo, verdaderas obras de arte agrícolas que se adaptan a terrenos de fuerte pendiente y a suelos de lava.

Un viaje a la isla a través del vino

Una riqueza que ha alcanzado una etapa de excelencia por su calidad, autenticidad y sostenibilidad, como muestra el reconocimiento internacional en concursos y guías especializadas. Y una historia de trabajo, tradición y empeño que se puede conocer de primera mano a través de las rutas del vino, las visitas a las bodegas y las experiencias en torno a la Casa del Vino. Descubrir los vinos tinerfeños es sentir la isla desde otra perspectiva, porque, al fin y al cabo, Tenerife despierta emociones también en cada sorbo de vino.