Gastro

La extraña obsesión de los años 70 por las ensaladas de gelatina

Por qué la sociedad estadounidense sucumbió a los ‘encantos’ de este plato decadente.

Las llamadas «Jell-O salads» fueron uno de los grandes iconos de su época. Brillantes y temblorosas, las ensaladas de gelatina se popularizaron durante la Gran Depresión y la Segunda Guerra Mundial como una manera de aprovechar las sobras. Llegados los años 50, su fama empezaría a crecer y a transformarse en un elemento clave en las reuniones sociales.

La fascinación colectiva por las ensaladas de gelatina llegaría en la década de los 70, años en los que se convirtió en un verdadero símbolo estadounidense que ocupaba la mesa en forma de cúpula, torre o anillo con capas de fruta, verduras o zanahorias suspendidas. Por aquel entonces, las jello salads estaban asociadas a una especie de manjar sofisticado y moderno con un atractivo tanto visual como culinario. Las recetas eran tan diversas como extravagantes: desde gelatina de lima con zanahoria y piña, hasta combinaciones saladas con queso crema, aceitunas, apio y mariscos.

Las ensaladas gelatinosas también se consideraron un signo de comodidad y prosperidad, al necesitar de frigoríficos eléctricos para cuajarse. En Estados Unidos la obsesión por este plato sórdido y decadente lo concebía como una opción perfecta con la que abrir el apetito o conservar y/o aprovechar los alimentos durante la posguerra. Además, la gelatina representaba entonces un producto innovador que atraía a las masas, llena de encanto y extravagancia con un aspecto casi futurista, que conectaba con el entusiasmo de los 60-70 por el diseño moderno y experimental.

Auge y caída de las «jello salads»

En una época en la que la mujer empezaba a incorporarse en el mundo laboral, el interés por elaborar recetas rápidas crecería de manera instantánea con las jello salads como el recurso perfecto que poder preparar con antelación y conservar.

El marketing y empresas como Jell-O ayudaron a impulsar aún más su status, con campañas masivas en revistas, en la televisión y en libros de cocina que enseñaban a incorporar frutas, verduras, quesos, carnes frías y hasta mariscos en la gelatina.

A pesar de su fama, el descenso o la caída de las ensaladas de gelatina no tardaría en llegar. A finales de los años 80, se produciría un cambio generacional en los hábitos de consumo hacia una comida más natural, fresca y menos procesada que las relegaría a un segundo plano. Sin embargo, en los últimos años, con la nostalgia en el punto álgido, ha habido un renovado interés por estas recetas con las que revalorizar la cultura del kitsch culinario de mediados del siglo XX.