Con la entrada de octubre, poco a poco nuestros ojos se tiñen de colores naranjas, marrones y rojizos. Nuestros planes cambian hacia una vertiente más cozy -actividades acogedoras como quedarse en casa viendo películas, cocinando, leyendo…. Y nuestros antojos conducen por un camino más calentito, dejando atrás las bebidas y sensaciones más frías. Por esta razón, los cafés, los matcha y este tipo de brebajes son los conquistadores de la estación otoñal. Sin embargo…desde hace bastante tiempo hay un supremo al mando: el pumpkin spice latte.
Para muchos, disfrutar de su olor y sabor se ha convertido en todo un ritual que marca el inicio del otoño, el momento de sacar los jerséis, pisar hojas secas y comprar dulces de Halloween. En cambio, para otros es una bomba de azúcar sobrevalorada, más parecida a un perfume de especias que a un café. Lo ames o lo odies, es imposible escapar de él: el 1 de octubre incluso se celebra el Día Nacional del Pumpkin Spice en Estados Unidos. Pero, después de más de dos décadas reinando, algunos se preguntan si ha llegado la hora de pasar el relevo a una nueva bebida otoñal.
Una leyenda otoñal
Cuando Starbucks lanzó el Pumpkin Spice Latte en 2003, el éxito no estaba garantizado. Peter Dukes, su creador, buscaba capturar el sabor del pastel de calabaza, no tanto la calabaza en sí como la mezcla nostálgica de canela, jengibre y clavo. En aquel entonces, las bebidas de temporada eran casi inexistentes, y el PSL -sus siglas- fue un experimento arriesgado. Los primeros grupos de prueba ni siquiera entendían el concepto hasta que lo probaron junto a un trozo de pastel de calabaza.
La bebida debutó en unas 100 tiendas de Starbucks en Washington D.C. y Vancouver (Canadá), donde se agotó rápidamente. Al año siguiente, se lanzó a nivel nacional y comenzó su ascenso al estrellato. Con la llegada de las redes sociales, el PSL se transformó en un fenómeno cultural: la nata montada y el toque de especias resultaban perfectos para las fotos, y sostener un vaso con el logo verde se convirtió en un símbolo de que el otoño había comenzado. Desde entonces, la bebida ha generado más de 500 millones de dólares anuales e inspirado innumerables versiones, memes, postres e incluso velas aromáticas.
Los suculentos rivales
No se puede negar que las influencias y las tendencias cambian, y al parecer…la calabaza ya no está tan de moda. De ahí que el reinado del PSL esté sufriendo una batalla de nuevos competidores.
Algunos consumidores consideran que el Pecan Crunch Oatmilk Latte –leche de avena, espresso rubio (o café fuerte), jarabe de pecanas y un topping de pecan crunch (generalmente una mezcla de pecanas trituradas y azúcar)- ofrece una experiencia superior: más textura, profundidad y menos “frutalidad extraña”. Con sus notas de nuez y caramelo , el pecan evoca al otoño sin recurrir al empalagoso pastel de calabaza.
Otros prefieren opciones con sabor a tarta de manzana que combinan canela y sabor a fruta horneada para ofrecer una calidez nostálgica.
Sin embargo, por quien sí se debería preocupar de verdad el pumpkin spice latte es por la tendencia de las tendencias bebibles: el matcha. Su concepto no es únicamente un sabor, sino también un símbolo de bienestar y estilo de vida. Probablemente, se proclame vencedor una versión otoñal del matcha con especias como cardamomo o chai, que supone la mezcla perfecta entre tendencia y otoño.

Por último, el latte de pistacho, que aporta un toque moderno y sofisticado que no se aleja mucho de los colores e impresiones otoñales.
Por lo que ya sabéis bebidas cozy y/o spooky, para heredar el trono, vuestro sorbo tiene que capturar la fusión de confort, nostalgia, sabor y aura otoñal que convirtió al PSL en un fenómeno global. Brebajes, ¿estáis preparados?