Opinión Salvador Sostres

El new age en España, entre Herbíssimo y Astres, de Lluís Llach

El new age en España fueron los perfumes Herbíssimo, producidos por Dana Parfums, y el disco “Astres” de Lluís Llach. Dana era una fábrica de perfumes de Barcelona fundada en 1921 y Herbísimo fue su colección más notable y exitosa. Salió cuando mediaban los 80 y tuvo su eclosión en los 90, y la estela se alargó hasta la crisis de 2008.

Lluís Llach publicó Astres en 1985 y empezó a no cantar L’Estaca al final de sus recitales. Su preocupación más “new age” por la ecología, las nuevas sonoridades ligadas a la conexión cósmica y alejadas de la guitarra mal rascada en los recitales-protesta, el vegetarianismo, el indigenismo y una crítica a los valores del capitalismo, se manifestó por primera vez en este disco (aunque Viatge a Ítaca y Verges 50 fueron en cierto modo precedentes) y tuvo su continuidad, y su mayor éxito en Un pont de mar blava, aunque para mí su obra maestra fue Porrera, también de esta tendencia, que vino a continuación, tuvo éxito, pero no tanto y cerró la etapa del canto en este estilo o terreno.

Herbíssimo fueron los perfumes de una sociedad pobre pero que estrenaba con alegría y esperanza democracia. Todo el mundo quería oler bien, es muy mediterráneo, el gusto por los perfumes, pero los españoles no podían pagar primeras marcas y necesitaban una salida benévola, y Herbíssimo fue esta salida, con sus fragancias de té verde, de lavanda o enebro. Fragancias muy frescas, muy limpias, muy bien hechas y que costaban poco dinero. Además la presentación estaba muy lograda, con unas botellas verdes que recordaban a las petacas de whisky, y etiquetas con dibujos de flores y plantas que en aquel momento podían entenderse como propaganda de su inspiración new age, eran los orígenes de la ideología ecologista, y del marketing basado en los “productos naturales”.

Lluís Llach intentó reinventarse con su nuevo estilo musical, con su nueva instrumentalización pasada por los sintetizadores, rompedora para un cantautor, y en elementos de ambientación en sus conciertos más propios de Enya que de los recitales de la chanson. Tiene mérito que lo intentara, pero la verdad es que se quedó con su mismo público de siempre, y los jóvenes que se interesaban en su música también era por razones políticas y no de evolución artística, o no principalmente, por lo menos. Gustaban sus canciones antiguas, algunas de las nuevas, pocas; tenía, es cierto, un público de todas las edades, pero que nunca dejó de ir a sus conciertos como un acto de militancia. Y en muchos casos, “pese” a sus modernidades.

Herbíssimo consiguió de un modo más redondo su propósito. Fue una colonia, o más bien fueron unas colonias, muy populares sobre todo en los 90, unas colonias que todo el mundo entendía, que a todo el mundo gustaban y que permitían llevar un producto de alta calidad sin tener que hacer grandes inversiones. Esto lo aprovecharon bien las clases medias y medio bajas de España pero también “se aprovecharon “ las clases más altas, que pudiendo pagar perfumes más elaborados, y de perfumistas más notables, preferían en su miseria moral ahorrar y tomaban este atajo. No se puede entender el momento actual de nuestra democracia sin reconocer que las élites después del franquismo han sido decepcionantes: en el conjunto de España, y muy especialmente las élites catalanas, que han ido sólo a por el dinero y han clamorosamente renunciado a su papel de líderes sociales. Para que me entiendan, Herbíssimo (la de enebro) fue durante décadas el agua de colonia que estaba en los baños de Via Veneto.

España no ha tenido nunca problemas de calidad ni de talento. Ha tenido un problema de mezquindad espiritual, muy ligado a su pobreza económica, sin poder estar seguros de si la primera es causa de la segunda o al revés. No entendemos el lujo, ni el que nosotros mismos hacemos. Es pobre la comprensión que damos a los genios. Lluís Llach fue un artista inquieto, creativo, valiente; su público se quedó siempre en lo obvio y aunque es cierto que nunca lo abandonó, y que fue creciendo con el tiempo, siempre le pedían las mismas canciones y por los mismos motivos. En lo que ha quedado el señor Llach desde que dejó de cantar es mejor ni comentarlo. Herbíssimo tenía una parte comercial pero también una cierta voluntad pedagógica, para que el público pudiera entender y evolucionar; y el público se quedó con el precio, tirado, y además cuando llegó la crisis de 2008 no pagó ni aquello y Herbíssimo dejó de producirse, por suerte recientemente se ha relanzado.

España se justifica por lo que es y por lo que es capaz de hacer y se condena por cómo suele tratar este gran tesoro.