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Cómo el kétchup pasó de ser un fármaco al condimento favorito del mundo

Todos lo conocen, pero muy pocos sabrán sus orígenes.

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Imprescindible de las despensas, las barbacoas y los bares. El kétchup es uno de los grandes símbolos de la globalización de la gastronomía, y uno de los condimentos más queridos del universo a nivel intergeneracional. En su forma actual, pues la original fue muy distinta a la que todos conocemos.

Kétchup medicinal

En sus orígenes, el kétchup no llevaba ni siquiera tomates. Tampoco nació en Estados Unidos. El condimento proviene del sudeste asiático, y en sus inicios fue una salsa fermentada de pescado conocida como «kecap» (pronunciado como «ke-chap»).

De esa base original, el doctor John Cook Bennett desarrolló las pastillas de kétchup que prometían contener ‘propiedades curativas’ suministradas por el tomate, principalmente. Éstas empezarían a comercializarse en el siglo XIX, generando una especie de boom del ‘kétchup medicinal’ que acabaría muriendo en 1850 debido a una oleada de denuncias y quejas en torno a sus efectos.

Heinz interviene

Para que llegase el kétchup moderno, tal y como lo conocemos a día de hoy, tendríamos que esperar hasta el 1812, momento en el que el científico James Mease creó la receta original. Unos años más tarde, en 1876, Henry John Heinz se encargaría de perfeccionar la receta y lanzar al mercado el kétchup embotellado, como un producto destacable por su higiene y transparencia.

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A diferencia de sus predecesores, este ketchup se publicitaba como un producto culinario, consistente, sin conservantes tóxicos, y en un envase transparente para demostrar la fiabilidad de sus ingredientes. Al no tener ningún tipo de riesgo para la salud y aguardar un sabor único y adictivo, el kétchup de Heinz acabaría revolucionando la industria como uno de los grandes productos pop de la historia.