La grosella negra y la rosa puestas a competir pueden crear un empacho considerable pero una competición grosera no es de ninguna manera lo que podemos esperar de Jean-Claude Ellena, que propone algo muy distinto en este perfume que es mitad aventura, mitad abrazo; mitad descubrimiento, mitad irse fundiendo en un amor que te afirma y te halaga. ¿Hay algo que un hombre pueda desear más que un halago? Los chicos quieren para ellos, pero el hombre, cuando se hace, descubre que el mayor premio es dar. Y no por generosidad sino por egoísmo, por egoísmo adulto y trabajado, porque ninguna riqueza se parece a la de gustar. Cuando haces brotar la emoción, el gemido, cuando abres un mundo en los demás, entonces eres invencible.
Saïga es esta evolución entre el furor casi impertinente de lo que se descubre y el premio de lo conseguido. Son dos edades comprendidas en un perfume. Es sutil, no es obvio, hay que olerlo con detenimiento. Más allá de lo agradable que resulta, como todo lo que hace este perfumista, está la sutileza de haber mezclado nuestra juventud con nuestra madurez, lo que teníamos que demostrar con el reconocimiento por lo logrado, y así las grosellas se manifiestan primero: negras, ácidas, emergentes, y la caricia de la rosa llega luego. Saïga hace referencia al nombre del antílope de las estepas, de nariz graciosa y cuernos en forma de caracol. No es que huela al animal sino que el animal somos nosotros, encontrando el jardín en medio de la aridez después de tanto haberlo buscado.
Las historias que un perfume cuenta no son tan fáciles de explicar -ni de entender- como las que se pueden explicar en un artículo o en una película. Sin embargo la falta de elementos racionales hace que la transmisión sea más íntima y el impacto más profundo. Una historia que te han contado te gusta o no te gusta, te puede impactar en aquel momento, pero te acaba dejando en paz al cabo de unos días y sobre todo cuando te cuentan otra. Un perfume si estableces con él una intimidad, una emocionalidad, tira de ti, te arrastra, te persigue, hace que no puedas evitar preguntar cuando lo hueles en otro. Conecta con tu parte animal, no siempre educada, y esto también sirve para los perfumes que te crean rechazo y puedes llegar a rechazar a la persona y que te caiga mal sin haberte hecho nada.
Con Saïga no vas a caer mal a nadie, ni siquiera a tu banquero, porque si buscas en Notino o Vesira lo puedes comprar por poco precio. Nadie te va a rechazar por Saïga, pero vigila. Porque Saïga atrapa, tira de ti hacia el que lo lleva, y hay algo peor -créeme- que no gustar: y es que no dejen de seguirte, de preguntarte, de olerte, de mirarte con cara de antílopes con cuernos que por fin han encontrado lo que ni sabían que buscaban.