Nombres propios

Max y Raffaele Alajmo: tradición gastronómica y familiar

Habrá muchos hermanos que se vean obligados a trabajar juntos en el negocio familiar y no se soporten, pero ese no es desde luego el caso de nuestros dos protagonistas. Claro que ayuda mucho ‘heredar’ un restaurante de fuste y que además tus vocaciones sean complementarias (fuera lucha de egos). Si ya su abuelo abrió una tienda de quesos a mediados de los años 40 en el mercado municipal de Padua, fueron sus padres, Erminio y Rita, los que realmente les enseñaron el camino a la grandeza al fundar el restaurante Le Calandre en 1981. El primero, enseñando al corpulento y expansivo Raffaele (1968) cómo combinar el don de gentes en la sala con la habilidad para gestionar equipos y cuadrar las cuentas una vez se cerraban las puertas del restaurante. Ella, inoculando el virus de la cocina en el más discreto Massimiliano (1974), que desde muy pequeño ya se instruyó en las cocinas de Marc Veyrat o Michel Guérard antes de regresar a casa en 1993, coincidiendo con la concesión de la primera estrella Michelin al restaurante. Generosos, los patriarcas no tardaron en hacerse a un lado ante el potencial de sus vástagos y les dejaron vía libre para desarrollarlo. Así llegó la segunda estrella en 1997 y la tercera en 2003, haciendo de Max el chef más joven en conseguirlo. Todo un mérito, sin duda, pero no tanto como el hecho de haber logrado mantenerlas desde entonces al tiempo que también desarrollaban lenta pero implacablemente un imperio gastronómico que hoy da trabajo a 130 personas y cuyas puntas de lanza son, además de la casa madre, el lujoso restaurante veneciano Le Quadri (con vistas a la Plaza de San Marcos y unos precios a la altura de la impagable experiencia que ofrecen) o la muy recomendable gama de productos gastronómicos In.gredienti, auténtica tentación online para los aficionados a la cocina transalpina (alajmo.it).