Gastro

Las mejores heladerías de Madrid

Te quedarás en Madrid el resto del verano. No te conformes con quedarte en casa. Aquí te dejamos las mejores heladerías de la capital. Hay producto fresquito y delicioso. Toma nota.

Si este año has tenido mala suerte con el plan de vacaciones de tu empresa y te toca pasar el mes de agosto en Madrid, no sufras. Al menos, no te tortures… porque aunque sabemos que quedarte aquí no era tu idea inicial, siempre hay alternativas para darle la vuelta a la situación, ¿no? Nosotros te proponemos una: la ruta definitiva por las mejores heladerías de la ciudad. No suena tan mal. Un plan bien fresquito, sin aglomeraciones y que te ayudará a no confinarte en casa a causa de las altas temperaturas. Por cierto, también animamos a los más manitas a que experimenten con nuestro particular recetario de helados caseros. ¡A disfrutar!

Las mejores heladerías de Madrid

Rocambolesc

Se trata de la heladería de Jordi Roca (el pequeño de los hermanos de El Celler de Can Roca) y Alejandra Rivas, su mujer. Y no lo hicieron precisamente de puntillas: él, adicto a los helados desde chiquitito, se aventuró a inaugurar el proyecto cuando aprendió la técnica que hay detrás de la elaboración de uno artesanal. ¡De ahí su éxito! Porque en Rocambolesc todo se produce de forma casera, con mucho mimo, materias primas de calidad y bastante humor. Lo demuestran las Rocanas, copia casi perfecta de la nariz del maestro pastelero, que hacen con fresas y agua de rosas; Velencoco, el torso helado (leche merengada y coco) del modelo Andrés Velencoso; la mítica Mano dorada, que homenajea a la serie Juego de Tronos a través de manteca de cacao y polvo dorado… Y hay que probar el sorbete de mango y fruta de la pasión, con pipas de girasol caramelizadas, merengue flameado de vainilla y shorthcake.

Lupita Paleta

La tradición paletera de México es centenaria: allí, en todas las plazas hay paleterías o carritos que hacen las delicias de los más golosos. Y como Susana y Jorge tenían claro que la afición del país norteamericano triunfaría aquí también (no se equivocaban…), decidieron abrir esta dulce casa en La Latina ya hace un tiempo. Sus polos naturales, elaborados de manera artesanal con fruta, no llevan ni colorantes ni saborizantes. Y, además, únicamente utilizan «leche ecológica o de productores que cumplen con normas oficiales de bienestar animal». ¿Sus sabores? Chocolate, fresa, mango con chile, horchata, café latte… ¡Ah! Casi todos son sin gluten y tienen una gran variedad apta para veganos.

Mistura

Si lo que quieres es diseñar tu propio helado, Mistura es tu sitio. Aquí son personalizados: vamos, que eres tú el que confecciona el mix. Primero tienes que escoger el sabor que te apetece y, después, el topping que más te guste. ¿El siguiente paso? Ellos se encargan de elaborar la receta sobre una piedra de cuarzo, a -20º de temperatura. ¿Cómo? Mezclan los ingredientes con dos espátulas y así consiguen que el resultado tenga más textura y cremosidad. Hay caramelo con flor de sal, vainilla de Madagascar…

La Pecera

Los taiyakis de La Pecera son, sin duda, los más famosos e instagrameables de Madrid. ¿Taiyakis? ¿Qué es eso? ¿No estábamos hablando de helados? Es que ahí está el asunto: aquí el tradicional cucurucho de barquillo se ha sustituido por una masa parecida a la de las tortitas o los gofres, con forma de pez y una textura esponjosa por dentro y crujiente por fuera, que va rellena de helado y toppings. ¿Ahora si? Para quienes aún no los conozcan, que tampoco esperen helados al uso: son soft, su proceso de elaboración es más complejo y se cocina a una temperatura mayor que el helado tradicional italiano, lo que se traduce en una textura más cremosa y un sabor más potente. La cadena cuenta ya con cinco locales operativos en Madrid, en la calles de Velarde 2, Cádiz 10 y Fuencarral 43, además de los centros comerciales de Príncipe Pío y Plaza Río 2. Si no te apetece ir de manera presencial a los sitios, los puedes comprar por Just Eat, una de las plataformas de comida a domicilio líder en España.

Lolo life

La marca Lolo Polos Artesanos (quizá os suene más…) tiene desde hace dos meses nuevo nombre. Pero la esencia continúa siendo la misma: fórmulas hechas a mano cada día, con ingredientes naturales y sin aditivos ni conservantes. Desde 2015, se dedica en exclusiva a los polos naturales… y hoy ya es considerado un templo de este producto. En su nómina figuran más de 250 recetas (ahí queda eso) y la protagonista es la fruta fresca de temporada. Hay de ciruela, arándanos, açaí y yogur; coco y té verde matcha; choco-plátano y nectarina, mango yogur… Completan la oferta los helados cremosos en tarrina y los bombones helados.

N2Lab

 

Es muy probable que al atravesar sus puertas tengas la sensación de que has entrado en un laboratorio… porque es la única heladería de Madrid que coquetea con la alquimia. ¿Que qué? Que todos sus helados se hacen con nitrógeno líquido. Es más, los elaboran al momento y ver cómo lo hacen es todo un espectáculo. Los sabores van cambiando en función de la temporada, pero nunca falta cremosidad… De locos.

Los Alpes

Fundada en 1950 por el italiano Pedro Marchi de Bagni di Lucca y su mujer Marcelina Ladero, el local original apenas contaba con una máquina mantecadora (que funcionaba con hielo picado y sal gorda) y un mostrador con ocho sabores. Después, en la década de los 70, fueron sus hijas (Palmira y Clara) y su yerno (Guillermo Castellot) quienes tomaron las riendas del negocio: entonces los sabores pasaron de ocho a veinte, se reformó la tienda, se introdujo la horchata y los granizados (de limón, café y agua de cebada)… Hasta los años 90, cuando los nietos de los fundadores cogieron el relevo del establecimiento. Hoy tienen más de 40 sabores, producidos todos en su obrador. Tiramisú, crema catalana, bombón Rocher, leche merengada… Hay de todo en esta heladería.

Kalúa

Kalúa es una de las heladerías más especiales de Madrid. Sus sabores son fieles al sabor original de sus ingredientes, como el helado de Kinder Bueno, que sabe exactamente igual que la crema del interior del barquillo. Kalúa nació en Argentina en 1982 y ahora está en Madrid para deleitarnos. No tiene desperdicio.