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La verdadera final de la Eurocopa: Pizza contra Fish & Chips

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La Eurocopa pone este domingo su broche de oro después de un mes de torneo. Inglaterra, que juega en casa, en el estadio de Wembley, se enfrenta a Italia en un duelo que promete emoción y diversión. Un clásico entre dos selecciones que, tras la televisión, nos obliga a pensar en otro clásico, el gastronómico. La pizza italina contra el fish & chips británico. ¿De qué equipo eres?

Estamos ante un partido, por tanto, que no sólo se juega en el campo. La Eurocopa expone a cada selección. Y cada selección, al país que representa. El público no sólo piensa el fútbol. También recuerda sí ha visitado o no ese país, si se lo paso bien en ese viaje, si le gustaron sus calles o sus monumentos y si disfrutó de su gastronomía.

La pizza italiana y el fish & chips tienen algo en común: son platos rápidos, callejeros, que se devoran en pocos minutos. Perfectos acompañantes para cuando queremos prestar atención a la televisión y no sólo a la mesa del bar o el restaurante. Ambas recetas guardan similitudes, pero tienen origenes diferentes.

Fish & chips, origen ibérico

Empecemos por el fish and chips. ¿Qué es? Se trata de una fritura de pescado, normalmente de bacalao, merluza o lenguado, acompañado de patatas fritas. Existen varias teorías sobre el origen de este plato británico. Todo comenzó con unos inmigrantes judíos que desembarcaron en las islas desde España y Portugal e introdujeron el pescado frito.

El plato de fish & chips se sirvió por primera vez en 1860. Fueron dos familias, los Malin en Londres y los Lee en Mossley, Manchester, las primeras en apostar por esta combinación de patatas y pescado. Común entre la clase obrera, el fish & chips se hizo aún más popular durante la Segunda Guerra Mundial. Hay que tener en cuenta que el pescado era uno de los alimentos que no estaba racionado, según National Geographic.

Hoy el fish & chips es un fenómeno mundial que traspasa las fronteras británicas. Su fama resuena con fuerza en Canadá, Sudáfrica, Estados Unidos y hasta en algunas zonas costeras de Noruega. La receta tradicional es con bacalao. El pescado se corta en trozos, se emapana y se fríe para después juntarlo con las patatas fritas. Así de sencillo. Pero como en todo clásico popular, hay diferentes formas de hacerlo. A veces el bacalao se sustituye por eglefino. Otras, por merluza, lenguado, platija, dorada, sardina e incluso por caviar.

El pescado se puede servir con puré de chícharos verdes con mantequilla y un toque de hojas de menta. La mayonesa, el curry, el limón o la salsa inglesa también le añaden un toque perfecto a este bocao callejero.

La pizza, de Nápoles a todo el mundo

Pero el fish & chips tiene delante a un rival que goza incluso de más fama: la pizza. Uno de los platos de comida rápida favorito. ¿Quién no ha pedido alguna vez una a domicilio para compartir con amigos o con la familia? Las pizzerías italianas, además, son uno de los activos turísticos para toda persona que viaje al país transalpino.

La expresión «para todos los gustos y colores» define a la perfección a la pizza, aunque su popularidad se asocie sobre todo a la cocina napolitana. Al igual que el fish & chips, el origen de la pizza no está del todo claro. Ya en la historia antigua encontramos referencias de pueblos como el egipcio, el romano o el griego a masas parecidas a las que se usan para cocinar la pizza. El término ‘pizza’ aparece en documentos por primera vez en el año 1000 d.C., en la región de Abruzos y, más adelante, en otras ciudades como Pesaro, Roma y el Aquila, según la Agencia Nacional de Turismo de Italia.

Lo que sí se tiene claro es que en el año 1500 al pan aplastado se le da en Nápoles el nombre de ‘pizza’, una palabra que deriva de la ‘pitta’, un tipo de pan. Con el paso de los siglos, la pizza ha ido adoptado diferentes tamaños, grosores e ingredientes. La más conocida es la pizza Margarita, creada por un pizzero napolitano en 1889 en honor a la reina Margarita y que se hace con tomate, mozzarella y albahaca. Pero también están la cuatro quesos, la cuatro estaciones, la marinera, la caprichosa, la boscaiola, la diavola… Y variedades como la de barbacoa, muy popular en España. Lo que no admiten los puristas de la pizza es que al clásico italiano se le ponga piña o fruta.