Opinión

La impagable repercusión mediática de MasterChef

La impagable repercusión mediática de MasterChef
Foto: RTVE

No siempre se tiene la oportunidad de participar como invitado en un show de televisión de prime time para 2.500.000 telespectadores. Esta ocasión única, y probablemente irrepetible, da una perspectiva inusual para enfocar un artículo que relaciona la gastronomía, la promoción, el espectáculo televisivo y el show bussines en un momento especial y complicado para el sector de la hostelería y la restauración en una isla con una marca turística de nivel mundial como es Ibiza.

La televisión es una caja mágica que presenta al espectador programas e imágenes pasadas por el tamiz de la producción y el enfoque del medio, por eso es muy interesante ver lo que se graba en directo y lo que finalmente se emite. En el caso del décimo programa de MasterChef Celebrity grabado en Ibiza en agosto el producto final emitido recientemente es bastante fiel a lo que realmente ocurrió durante el rodaje y la posterior comida para 70 empresarios, autoridades, diseñadores, celebridades e invitados variopintos de la sociedad residente de la isla en el restaurante Roto.

Los momentos estelares de este capítulo como fueron los problemas que vivió la actriz Raquel Meroño con la doble capitanía de los equipos azul y rojo, el desaguisado del postre del estilista Josie, la necesaria implicación de los chefs Pepe Rodríguez y Jordi Cruz en la salida de los platos, la bronca de la chef del jurado Samantha Vallejo-Nágera por la elaboración inexacta de la ensaladilla, la acertada elaboración del pollo payés del actor cómico Flo, los elogios de Ainoha Arteta y el resto de los participantes al paraíso de Ibiza, no se ven de la misma forma en directo que cómo aparecen ante los ojos del espectador. La dinámica del directo es superada por la post-producción cuándo consigue un resultado más visual y con mayor ritmo e impacto para el público.

En el apartado gastronómico a este episodio la faltó una apuesta clara por el magnífico producto local de mar y tierra, uno de los más reconocidos de la cocina mediterránea y muy en boga en la actualidad. Un guiño a una versión revisada de la ensalada payesa, al guisado de bullit de peix y el flaó como postre hubiese sido un acierto total para promocionar los sabores tradicionales de mar y campo ibicencos y hasta para los concursantes por la facilidad y versatilidad de su elaboración. El chef Jorge Brazález prefirió dedicar el menú a los platos que aprendió de su familia y homenajearles como lo hizo como concursante de MasterChef porque: “la sangre tira más que el producto, en esta ocasión”

Repercusión publicitaria y mediática

La repercusión mediática que un show gastronómico de este calibre puede tener para un lugar o local es indudable y más tratándose de un destino turístico como Ibiza.

La imagen de fondo del puerto de Ibiza con la ciudad antigua de Dalt Vila, Patrimonio de la Humanidad, que se transmitió desde el set televisivo es una postal de lujo para el propio programa y una publicidad impagable para la promoción turística de la isla.

Pese a que faltaron más imágenes de los bucólicos y ecológicos parajes que ofrece la isla al gastrónomo y visitante, el beneficio es incalculable, especialmente en estos momentos de incertidumbre para el sector turístico, única industria de la isla de la que dependen la restauración y la gastronomía en su conjunto.

Este es el aspecto positivo y de valor añadido que un programa como MasterChef brinda a una localidad y al mismo tiempo a un negocio de restauración como Roto, que obtuvo una inimaginable cuota de pantalla y de publicidad directa, y en particular su chef, Jorge Brazález, ganador de la quinta edición de MasterChef, quien coprotagonizó momentos del programa junto a los tres chefs del jurado. Incluso la moda tuvo su espacio de promoción con el modelo de traje blanco Adlib que lució la chef Samantha, y la presencia de afamados diseñadores locales.

Roto y Marina Ibiza como escenarios

El plató de la comida en la terraza de Roto fue muy acertado por las impresionantes vistas del puerto y al casco antiguo desde el otro lado de la bahía, las mansiones flotantes que amarran en la marina, el tránsito de embarcaciones de lujo, los veleros y los ferrys que unen Ibiza con Formentera que se divisan desde la este local situado a pie de mar y sobre grandes rocas.

Roto es uno de los restaurantes pertenecientes a la nueva generación de la gastronomía moderna con chefs de renombre que se han instalado en Ibiza en la última década siguiendo la estela del restaurante-cabaret Lío, Heart Ibiza, Cipriani, Sublimotion, La Gaia, Nobu Ibiza, Can Domo, Beso Beach, Ushuaïa, Blue Marlin, Es Tragons, con una estrella Michelin, y el más reciente Casa Jondal. Estos junto a otros renovados rincones de cocina ibicenca como Es Ventall, ses Escolles, Port Balanzat, Cas Milá, Es Nautic, Sa Nansa, Re-Art, es Xarcu, es Gerret y ses Cassettes, entre otros, han situado a la gastronomía ibicenca en un lugar de privilegio que invita a degustar la isla a través de sus platos y sabores.

El momento actual de la restauración en Ibiza es complicando, muy lejos del boom del verano de 2019, la pandemia del Covid19 ha obligado a cerrar numerosos locales y el famoso ocio nocturno de las discotecas y bares ha estado clausurado a cal y canto durante el verano de 2020.

Una situación que ha sumido a la isla en una profunda crisis difícil de recuperar para el sector en años venideros si la situación sanitaria no mejora. Sin embargo parte del tejido empresarial hostelero tradicional aguanta el chaparrón y mantiene abierto a toda costa esperando mejores tiempos.

El hecho de que muchos restaurantes y locales famosos no hayan abierto este verano ha favorecido, en parte, a los que han apostado por mantener su actividad de temporada pese a la menor afluencia de turistas y han sido los ibicencos y residentes internacionales quienes han soportado la marcha de la industria culinaria en esta situación de incertidumbre global.

Como contrapunto los restaurantes de oferta gastronómica de lujo mantienen su nivel y han salvado el annus horribilis con una clientela de aviones privados, vips, grandes empresarios, inversores, influencers y artistas. Solo han desaparecido los djs, los productores de macrofiestas y los millonarios amantes de la vanguardia de música de baile, lo que significa un lastre para la cuna de la música electrónica.