Quédate en casa

Cómo hacer una videollamada de negocios con estilo

Videollamada
Foto: Trent Erwin (Unsplash)

A través de la videollamada, oigo canturrear al niño de Marga. Me fijo en el pelo mojado de Izaskun, y en que Ignacio aún no se ha echado gomina (conozco su gomina, no su marca, hace 25 años). Reviso de reojillo la ropa limpia, pero sin planchar, de Luis en el sofá y me pregunto: ¿por qué diablos Benito no cambia su foto de Hangout si en la que nos enseña cada mañana llevaba otras gafas?

Me autoexamino con dureza. No me gusto. Me vuelvo a autoexaminar, el iPad Pro me devuelve mi imagen picada y parezco más mayor. O será que yo me veo más joven ante el espejo. Me he vestido para la conexión de las 09:00 AM con todo el equipo, como cada mañana desde que estoy confinado. Compartimos las audiencias digitales de Forbes y Tapas. A lo largo del día caerán otras tres o cuatro o quizá cinco videollamadas de éstas. No hay mañana en la que no se me ocurra la vieja broma de vestirme solo con lo que se me ve y de cintura para abajo dejarme el pantalón de pijama (de Mirto. Hablé esta semana con mi amigo Ricardo Fraguas y todos bien…) o llevar unos vaqueros con zapatillas como solía hacer Manolo Lama (58) cuando aún presentaba los deportes en Telemadrid; o guardarme una botijo de Mahou 20 cl (claro, que no son horas) como cuenta la leyenda que tenía cada noche el legendario Luis Mariñas cuando aún presentaba el informativo de Telecinco en la era ‘pre Vasile’.

A continuación algunos consejos para salir airoso en la era de las videollamadas de negocios online. Seguro que tú, paciente lector, puedes añadir alguno más. Serán bien recibidos en mi cuenta de Twitter (@ArodSpainMedia), por mensaje directo.

¿Qué hacer? Lo primero comprueba que funciona. Si no funciona parecerá que no sabes manejar la técnica y provocarás en tu interlocutor una sensación de Parque Jurásico VI. ¿Cuál de todas es tu favorita? Esta semana tuve una videollamada con la Consejera Delegada de Bankinter, María Dolores Dancausa y su equipo, y no conseguí conectarme por Skype (en mi defensa diré que las llamadas a corporaciones tienen unos códigos de seguridad fijados que complican y mucho la conexión). Hasta que me pasaron la llamada eché tantas pestes por la boca que las blasfemias del Capitán Archibaldo Haddock sonaban a balbuceos infantiles. Comprobar el micrófono también es útil. Recuerda que si tu internet en casa corre a menos de 20 megabits por segundo se te verá pixelado. Un argumento pixelado es peor argumento. Si sales pixelado es mejor no salir y poner una foto. Si tienes que poner una foto es mejor que pongas la foto del WhatsApp, yo no la iría cambiando según tu estado de ánimo. Es una llamada de trabajo, no un perfil de Tinder.

Piensa qué ponerte. Si te vistes para salir a cenar tienes que vestirte también para teletrabajar. Cómo te vistes en casa dice también quién eres. Es cierto que puede haber un cierto relajo informal pero tampoco excesivo. Si piensas que vestirse para teletrabajar puede suponer que has perdido la libertad de ir en tu casa como te salga de las narices… No hombre, no exageres. Cuando cuelgues te vuelves a enfundar el chandal de Scalpers y la camiseta de algodón Supima (12,90 euros) del Uniqlo. Si eres usuario de Mac puedes revisar cómo saldrás con Photo Booth, si eres de Windows tienes las mismas posibilidades pero con la autocámara. Si me admites un pequeño consejo sobre cómo vestirte, intenta ser neutral, no llamar la atención. Los presentadores de los informativos (algunos de los que presentan la información meteorológica se saltan con frecuencia esta norma) no pueden hacerse ver más que la noticia que cuentan. Es lo mismo.

Revisa el marco sobre el que se te verá. Cuida el fondo. Tampoco lo falsees. Si no te apetece que tus compañeros vean tu colección de Caramelos Pez, una fotografía personal, o tu colección de botellas vacías de whisky de malta, dale una pensada. Como recomendación, una biblioteca siempre es socorrida, proyecta una imagen hogareña e intelectual. Mucha atención a la intimidad de la familia. Tu familia no tiene porqué ver expuesta su intimidad a tu agenda virtual. Si no tienes claro cómo protegerles, pregunta si les importa que salga esto o aquello. Te dirán que no, y quedarás como un gentleman 3.0.

Cierra el micrófono. En una videollamada de grupo apaga el micrófono. Si no lo haces cada vez que te muevas o tu chaval corra por el salón, el programa puede ponerte en primer plano. No te conviene interrumpir al jefe porque tu perro ladre.

Comparte el orden del día para la reunión. Una videollamada corta es mejor que una larga. Lo mismo que en la oficina wifi mediante.

Limita el número de videollamadas. Que la técnica nos permita hacerlas no significa que no haya otra manera de trabajar o que estemos siempre disponibles. Recuerda que hay cosas que se pueden solucionar con una llamada de teléfono, para las que no hace falta verse. Voy más allá, la llamada a tres o cuatro es, en ocasiones, mucho mejor que la videollamada.

¿Qué no hacer? No compartas tus pantallazos en grupo. No te aconsejo colgar el pantallazo de todo el equipo conectado para fardar de que tu empresa es digital. Ya no se lleva y tampoco le has pedido a tus compañeros permiso para hacerlo. Está demodé.

No presumas de casa. No enseñes lo que puede provocar en otros envidia. Un Skype en tu piscina puede granjearte que seas objeto de vudú virtual.

Las videollamadas no se llevan bien con la jerarquía. No hace falta que monopolices el tiempo sólo para demostrar que eres el jefe. Escuchar es la mejor técnica.

Si te apetece profundizar en la sociología del trabajo en casa. Amazon aún reparte, aunque con retraso, puedes investigar enel libro There is no place to work like home de Elaine Quinn. Es de 2011 pero aunque la revolución digital ha avanzado mucho, tiene consejos vigentes.

*Artículo publicado originariamente en El Español.